La última (columna) >

Excusas y enemigos > Jorge Bethencourt

Un día tras otro podemos escuchar en este país a gente repitiendo una especie de mantra que se ha instalado en las meninges de la desesperación nacional para explicar la razón de nuestras desdichas.

El primer misterio del rosario español es por qué sube inexplicablemente la prima de riesgo (lo que nos cobran de más cuando pedimos dinero). Sube a pesar de que nos presten 100.000 millones de euros para sanear la banca. Sube a pesar de que Grecia haya votado (eso dicen) permanecer en el euro. Sube a pesar de que Rajoy ha hecho algunas reformas importantes. Toda esta buena gente ignora que la prima retrata nuestro riesgo. Porque con el préstamo de la eurozona nuestra deuda volverá a subir. Porque ni todo está tan claro en Grecia ni nuestros problemas tienen que ver con los helenos. Porque lo que ha hecho este Gobierno, básicamente, es subir impuestos, reducir salarios y machacar al sector productivo de un país que no crece, sino que se hunde.

El segundo misterio de dolor es la repetida queja de que los mercados nos atacan. Es posible que el lenguaje militar y la invocación de un pavoroso enemigo que se abalanza sobre España sirva para despertar resonancias patrióticas. El asunto es, sencillamente, que los que tienen dinero no quieren saber nada de nosotros. El problema es que quienes manejan fondos de otros no quieren arriesgarse a perderlos prestando dinero a unos insolventes profesionales que siguen dilapidando recursos. El problema es que nosotros podemos tirar nuestro dinero, pero no tenemos derecho a pedir que otros lo hagan.

Y el tercer mantra, tantas veces repetido, es que Alemania no quiere pagar parte de las deudas de los países quebrados. Les recordamos su unificación (aunque la pagaron ellos) y que no podremos comprarles coches si no nos ayudan. Les lanzamos a Krugman y a Keynes, diciéndoles que sólo con austeridad (nuestra) no se sale de la crisis y que hace falta más gasto público (con dinero suyo) para sacarnos de esta.

Este país austero cerró el pasado año gastando 90.000 millones de euros más de lo que ingresó. Este país de reformas ha subido impuestos, pero sigue sin tocar ni el tamaño de las administraciones ni el pantano de la burocracia, sin reducir ayuntamientos y cargos públicos, sin plantearse que no podemos seguir pidiendo dinero prestado para mantener lo que no podemos mantener con nuestro trabajo.

Seguiremos fabricando excusas y enemigos externos. Pero no es más triste la verdad, lo que no tiene es remedio.

Twitter @JLBethencourt