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Ibaka no pudo con McNeill

Larry McNeill, primero por la izquierda, junto a Juan Méndez, Carmelo Cabrera, Manolo de las Casas y Eduardo Aciego. / DA

JOSÉ ANTONIO FELIPE | Santa Cruz de Tenerife

El mundo quedó maravillado con la exhibición de Serge Ibaka en el cuarto encuentro de la serie entre Oklahoma y San Antonio. El internacional español firmó un sensacional 11 de 11 en tiros de campo acompañado de otros cuatro aciertos en los tiros libres. Pero pocos saben que el hombre que ostenta el récord de porcentaje de acierto en unos play off de la NBA vistió la camiseta del CB Canarias: Larry McNeill.

“Larry era, seguramente, uno de los mejores jugadores que pasó por el equipo a pesar de que llegó prácticamente en la última etapa de su carrera. Desgraciadamente su aportación no sirvió para que el equipo pudiera salvarse”, apunta Pablo Casado, primer entrenador que tuvo el jugador en el conjunto aurinegro.

McNeill llegaba en una situación complicada. “Nosotros habíamos estado buscando varios jugadores como Tom Boswell, que jugaba en Italia y que se le echó antes de llegar a Tenerife, justo en un torneo de pretemporada en la Península por su mal comportamiento”, rememora Casado. “Llegaba después de jugar en Filipinas, pero era un jugador que se cuidaba mucho de no sufrir lesiones, de no tener percance alguno. Recuerdo lo cuidadoso que era al vendarse.

McNeill acumuló muchísimas anécdotas en Tenerife, como la de la necesidad de jugar los partidos con un amuleto oculto en uno de sus calcetines: “Él lo envolvía en plástico. Nunca supe lo que era, pero si sabía que era algo de su abuela. Un día lo perdió y se volvió loco buscándolo. Nunca lo vi tan apurado como en aquella ocasión. Nuestro utillero lo encontró entre los vendajes desechados en un cubo de basura”, dice Casado.

Por encima de todas las cosas, McNeill era “un auténtico caballero con unas maneras exquisitas en el trato personal. Era muy sociable, es como si aún estuviera viéndolo en su traje de alpaca cuando teníamos alguna cena importante. Era un personaje curioso y también muy tranquilo. Nunca recuerdo un mal gesto suyo”.

A pesar de que en el curso en el que estuvo, el 81/82 vio el descenso canarista, el norteamericano fue máximo anotador de la competición, siendo protagonista de otra curiosa anécdota.

Por aquel entonces el jugador con más tantos anotados recibía un trofeo llamado Bota de Oro. Nada más recibirlo, McNeill acudió a una joyería para su tasación, pero cuando vio que el mismo solo tenía un baño de oro y que su precio no era superior a las 25.000 pesetas lo devolvió.

Larry dejó para el recuerdo una sensacional serie de 12 de 12 en tiros de campo con los Kings de Kansas City en un duelo frente a los Chicago Bulls. A pesar de los años, y de su fallecimiento en 2004, su récord sigue vigente.