El boom de natalidad de aquel año en el que, por causas técnicas, un país quedó a oscuras, fue recordado al mejor estilo bromistacreativo el pasado jueves en Twitter cuando se restableció el servicio de esta red social que cayó inesperadamente.
Este accidente nos deja dos claras reflexiones:
Primero. Somos usuarios de una red que forma parte en muchas ocasiones de nuestro trabajo, pero que no nos pertenece. Mañana pueden cerrar el servicio como ocurrió con Gowalla (red social de geolocalización) y perderemos gran parte del activo de la marca de la empresa que representamos.
Segundo. Cientos de tuiteros creyeron estropeados sus smartphones cuando, en un intento desesperado por comunicarse en la red, no conseguían su objetivo. ¿Estamos preparados para cerrar el Twitter sin que ello nos suponga un ataque de ansiedad?
Una palabra se encuentra ya presente entre el lenguaje extraño que combina el social media con la psicología: Nomofobia, o miedo a salir de casa sin el teléfono móvil. Un término derivado del inglés “no mobile phone phobia”.
Para concluir, afirmamos que las redes sociales y los diversos dispositivos para su utilización son elementos esenciales de la comunicación, nadie duda ya de ello, pero quizás no somos conscientes de los trastornos que su uso cotidiano o pérdida de este puede causar en las vidas de los usuarios personales o empresariales. Confiar exclusivamente en plataformas que prestan servicios gratuitos no es buen negocio. Pueden dejar de operar de forma inesperada y no son responsables de las pérdidas materiales e inmateriales que esto puede suponer.