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La Giraldilla de La Habana > Benito Cabrera

El mito de Penélope y su espera por Ulises es uno de los referentes que simbolizan el amor incondicional ante la ausencia del ser querido. Incluso hoy en día ese mito se ve recuperado en canciones populares, como la exitosa En el Muelle de San Blas, del grupo mexicano Maná, de la que Los Sabandeños grabaran una versión en su disco Amoríos.

Pero hay otros referentes hispanoamericanos del mito, además vinculados con Canarias. Uno de ellos existe en La Habana, referido a la estilizada figura de La Giraldilla, símbolo de la ciudad, que se yergue en lo alto del Castillo de la Real Fuerza, frente al canal de la bahía. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre a quién representa realmente dicha figura, pero la tradición oral de los habaneros fabricó su propia leyenda, realimentada con el paso de los siglos.

Isabel de Bobadilla (pariente de Beatriz de Bobadilla, la que recaló en La Gomera) se casó con Hernando de Soto, Capitán General de Cuba. Éste marchó a buscar la Fuente de la Eterna Juventud y murió buscándola, cerca del río Mississippi. Cuentan que su enamorada esposa, convertida en gobernadora, le esperó durante largas horas por años enteros, en la torre de la atalaya del castillo. Y dicen que murió de amor, deshilachando su desesperanza con la mirada perdida en la mar, que nunca le devolvió a su amado.

Inspirado en esta historia, el escultor de origen canario Gerónimo Martín Pinzón (1607-1649) esculpió una escultura en su recuerdo, que se colocó a modo de veleta en el castillo. Y ahí sigue, ausente su mirada en el horizonte, acaso demostrando que fue ella la que encontró el mágico fluido de la eterna juventud, transmutada en leyenda en virtud de la alquimia del amor. Una historia que bien merece una canción.