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La tarde en que el Heliodoro cambió la historia del fútbol > Luis Padilla

El próximo jueves se cumplirán 20 años del día que cambio la historia del fútbol español. Y del fútbol mundial. Aquella tarde, 7 de junio de 1992, en un Heliodoro abarrotado, España empezó a ganar el Mundial de Sudáfrica. Aunque entonces los miles de seguidores que acudieron al viejo recinto de la calle San Sebastián sólo celebraron el triunfo del Tenerife sobre el Real Madrid.

EL ‘EFECTO MARIPOSA.’
Un proverbio chino dice que “el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. O en una traducción libre, que “puede provocar un tsunami al otro lado del mundo”. Eso fue lo que ocurrió el 7 de junio de 1992, cuando el Tenerife derrotó al Real Madrid y provocó un tsunami en el fútbol mundial: le dio la Liga al Barcelona y puso los cimientos para que primero el Barça, luego media España y ahora medio planeta creyeran en otra forma de jugar al fútbol. En una forma alejada del atletismo y cercana al balón. En un estilo en el que entonces encontraron cabida Felipe, Quique Estebaranz, Guardiola o Laudrup, en el que luego tuvo hueco un antiatleta como Romario y en el que ahora brillan Xavi, Iniesta, Navas, Silva, Cazorla o Pedro, elementos que en ese 1992 habrían sido desechados por sus limitaciones físicas. Fue un estilo que superó poco a poco todas las reticencias que en España hubo… y que renacen cada vez que algún partidario del otro fútbol, el Chelsea por ejemplo, conquista un título. Aunque en ello tenga más que ver la suerte que el fútbol.

LA JUSTICIA HISTÓRICA.
A pesar de episodios como el del Chelsea (o el del Inter hace un par de años), con el paso de los años buena parte de los equipos españoles se han alejado de la furia y han abrazado la técnica. Y hasta selecciones como Alemania -sí, sí, la mismísima Alemania- han buscado sitio a enanitos como Özil o Götze donde antes sólo habitaban armarios de dos metros y cien kilos capaces de correr incansablemente durante noventa minutos. O doscientos, que lo mismo daba. Por eso, por el bien que hizo aquella victoria ante el Madrid en el Heliodoro, el fútbol le debe un reconocimiento al Tenerife. Y el fútbol español, varios. Uno de ellos, por la forma en la que se produjo el triunfo: remontando un 0-2 adverso y luchando contra un entorno hostil y un árbitro empeñado en regalarle un campeonato (uno más) a su poderoso adversario. Y otro, por las consecuencias que ha tenido ese triunfo: una Eurocopa, un Mundial, tropecientos títulos en categorías inferiores, varias medallas olímpicas y, lo que es más importante, el reconocimiento mundial hacia el fútbol español.

PD: hay varias formas de agradecer al Tenerife los servicios prestados al fútbol español. Una sería que, después de veinte años de insidias, los miserables dejaran de sembrar dudas sobre la limpieza de un triunfo admirable. Y otra, que ese mismo fútbol español, si fuera preciso, colaborara en devolver al Tenerife al lugar que le corresponde: la Segunda División, como poco.