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Misterios y científicos, por Ricardo Campo

Podría darse una situación tal que en uno de esos programas de contacto con el más allá o de echadoras de cartas apareciese como invitado un supuesto científico con mente abierta que reparta piropos por aquí y por allá al presentador? Si así ocurriera, muchas personas podrían pensar que los charlatanes de lo oculto son gente seria, aprobada por algún sabio bonachón, sonriente y con pelo canoso. Este vestirse de seda la mona es habitual entre los paranormalistas y alternativos, técnica usada constantemente por programas de radio y televisión y en internet para hacerse pasar por un espacio de divulgación válido. Allí se puede juntar una historia ridícula de fantasmitas con un poco de divulgación en torno a la vida en el cosmos empatando con algún suceso truculento. El resultado es un pastiche infumable, y pocos tienen los conocimientos para discriminar entre conocimiento válido o posible y puros desperdicios de los que se alimenta la cultura de masas.

Los científicos no están libres de vanidad. A muchos les gusta aparecer en la tele un rato, aunque sea al lado de alguien que carece del mismo espíritu que ellos, puesto que se trata esencialmente de un dispensador de supersticiones de segunda mano que intenta parecerse a Carl Sagan sin conseguirlo, porque es imposible.

Hay dos terrenos en los que esta relación interesada y falsa por principio entre buhoneros de lo insólito y científicos se produce: los medios de comunicación y las universidades. Los medios, en particular sin son privados, no pretenden que usted se forme, gane cultura o piense dos veces: pretenden que consuma con gula y si para ello deciden que necesitan dar espacio a programas de misterios facilones, conspiraciones ridículas, apariciones, ovnis y otras materias para entontecer el sentido crítico lo harán.

Hay un público que demanda esta quincalla y hay bazares radiotelevisivos que la ofertan, así de sencillo. Solo el deseo de mantener cierta calidad en los contenidos y cierta orientación, así como el pudor por evitar que su medio pueda servir para la promoción de terapeutas alternativos, cazafantasmas y paranormalistas de todo pelaje pueden evitar que estas especies campen a sus anchas aprovechándose del desconocimiento mayoritario de cuestiones científicas básicas.

Pero ¿qué utilidad tiene sugerir que una cadena privada elimine de su parrilla un vergonzoso programa de una médium a la que los muertos le ayudan a pagar su hipoteca? ¿Podrían hacer desaparecer de un plumazo Cuarto milenio y emitir en su lugar Cosmos, del citado Carl Sagan? ¿Qué tal una producción española directamente inspirada en aquel programa sesentero Visado para el futuro, de Luis Miravitlles? Otro día hablamos de las universidades españolas. Adelántese y visite en internet La lista de la vergüenza, y asómbrese: www.listadelaverguenza.es.