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Por un consumo responsable del agua > Jesús Morales Martínez

En Tenerife, el año hidrológico 2011-2012 está siendo el más seco de los últimos 68 años, según los datos de los que dispone el Consejo Insular de Aguas. A punto de concluir los primeros ocho meses de ese periodo (octubre a mayo), en el que por lo general la lluvia acumulada viene a representar por término medio el 96% del total anual, es previsible que al concluir el año hidrológico -final del verano- no supere el actual 26% del total medio anual.

Así, la precipitación insular media anual en todo el periodo de 66 años anteriores es de 420 mm y este año, visto el transcurso de los meses más lluviosos, puede quedar en unos 107 mm.  Hasta ahora, el año más seco había sido el 1982/83 (156 mm), seguido de 1994/95 (157 mm), 2000/01 (194 mm), 2007/08 (204 mm). De forma gráfica lo podemos explicar de la siguiente manera: respecto a la media de la última década, podemos estimar que este año se dejaría de percibir de aportación directa de lluvia sobre las fincas agrícolas una cantidad de casi 60 millones de metros cúbicos; solo con pensar que en 2010 el consumo total de la isla fue de 185,31 millones de metros cúbicos nos podemos hacer una idea de la cantidad de agua que nuestros cultivos han dejado de recibir.

Aunque, por lo expuesto, sin duda estamos en el año más seco de los últimos 68 años, nos podemos hacer la siguiente pregunta: ¿estamos en Tenerife en situación de sequía? Si tenemos en cuenta la Guía para la redacción de planes especiales de actuación en situación de alerta y eventual sequía (versión 2, de 11/01/2005 de la Dirección General del Agua del Ministerio de Medio Ambiente), que diferencia los conceptos de sequía, aridez y escasez, incluso las diferencias entre sequía meteorológica, sequía agronómica, sequía hidrológica y sequía socioeconómica, podemos afirmar sin ninguna duda que estamos en sequía hidrológica y sequía agronómica. 

En Tenerife, por suerte y como mensaje de tranquilidad, tenemos una estabilidad del aprovechamiento de las aguas subterráneas que representa el 84% del agua que se produce en la isla y, por tanto, existen garantías elevadas de abastecimiento a la población para los consumos domésticos, turísticos e industriales; es decir, que el sector agrario es el que está sufriendo todas las consecuencias y requiere un apoyo intersectorial para evitar el colapso de nuestra agricultura, especialmente la de medianías.

De ahí que, desde las áreas de Aguas y Agricultura del Cabildo, hayamos trabajado conjuntamente en minimizar en la medida de las posibilidades técnicas y económicas -nunca eliminar dada la magnitud de la sequía- los efectos dañinos que provoca esta situación meteorológica adversa.

Pero por muchas medidas paliativas que impulsemos, habilitando pozos inactivos, aumentando la producción de las desaladoras, permutando agua entre zonas de la isla para facilitar el trasvase hacia las balsas de riego agrícola, etcétera, la principal y más efectiva medida no va en la línea de aumentar la oferta del recurso natural y escaso que es el agua. La principal medida que debemos impulsar debe ser sobre la demanda, en definitiva sobre el uso responsable del agua, fomentado el ahorro y la gestión eficiente de ésta, tanto de la ciudadanía como de la administraciones encargadas del abastecimiento urbano del agua.
A veces como ciudadano nos planteamos que nuestra acción no va a tener ningún efecto sobre estas campañas de ahorro y uso racional del agua.

Por ello, quiero plantear una serie de datos de consumos de agua en nuestros hogares para darnos cuenta de que sí es posible contribuir de manera importante a las mismas. La Organización Mundial de la Salud establece que es necesario disponer de 100 litros de agua por persona y día para cubrir todas las necesidades básicas y, sin embargo, el consumo doméstico diario por agua y día en las islas es de 160: muy por encima de lo recomendado. De estas cantidades, del 65% al 70% del consumo de agua en el hogar tiene lugar en el cuarto de baño, entre la cisterna, el baño y el lavabo.

En un baño consumimos hasta 250 litros de agua, por tanto, si nos duchamos en vez de bañarnos ahorramos entre 60 y 150 litros. Una ducha de cinco minutos con grifo de cabezal normal consume hasta 100 litros de agua; en cambio, con un cabezal con un dispositivo ahorrador consume 50 litros.

Cerrar el grifo mientras nos afeitamos, nos lavamos las manos o nos cepillamos los dientes supone ahorrar hasta 10 litros de agua por minuto. El goteo de un grifo supone casi 30 litros de agua desperdiciada al día y unos 10.000 litros al año.

En la cisterna se gasta de 9 a 10 litros de agua al tirar de ella. De ahí la importancia del inodoro de doble pulsador que puede descargar un máximo de seis litros. Y otro dato alarmante es que una cisterna con fuga representa hasta 200.000 litros al año de agua desperdiciada.

Todos estos datos de consumo y aquellos otros derivados del uso del agua en la cocina, en lavar la ropa, en el riego de huertas y jardines sumados todos entre sí, dejan de ser insignificantes en un hogar y nos hacen ver la importancia de nuestra concienciación en el uso racional del agua, que, como líquido elemento, es natural, escaso y no renovable. Por ello desde el Cabildo de Tenerife hemos lanzado una campaña del uso responsable de este recurso para contribuir al desarrollo sostenible de nuestra isla.

Merece la pena que hagamos el esfuerzo de hacer un uso responsable del agua, por nuestros agricultores, por nuestra isla y, sobre todo, por el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos. Nunca debemos olvidar la frase que nuestro presidente, Ricardo Melchior, destaca una y otra vez: “El agua es el origen de la vida”.

*Consejero del Cabildo de Tenerife con delegación especial en Aguas