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Presidente viajero > Antonio Alarcó

Canarias no puede vanagloriarse de tener como máximo responsable político a Paulino Rivero, que cuenta con satisfacción a quién quiera escucharle, que no está a favor de explotar un recurso como el petróleo, que los canarios, como españoles y europeos, podríamos tener al alcance de la mano.

Después del varapalo recibido del Tribunal Supremo, que niega toda viabilidad a los argumentos presentados en contra de las prospecciones petrolíferas, y que permite seguir adelante con tan valiosa investigación, Rivero persevera en su error y ya anuncia que seguirá derrochando fondos públicos en plantear una problemática irreal en el Tribunal Constitucional, e incluso en Estrasburgo.

Nadie con sentido común puede desdeñar una fuente de energía insustituible para que todo funcione. Queremos desarrollo sostenible, pero el hombre es la especie a proteger, y necesitaremos petróleo al menos 25 años más.

Rivero, el mismo político que era partidario de la investigación hace escasos meses, junto a su vicepresidente, José Miguel Pérez, líder cuestionadísimo del socialismo en Canarias, conocido por haber dicho que apoyaría la búsqueda de petróleo “con los ojos cerrados”, ha dicho esta semana que Marruecos no permitiría prospecciones a sesenta kilómetros de sus costas.

Persiste en sus tesis respecto a que el petróleo marroquí, extraído con medidas de seguridad que desconocemos, nunca nos mancharía, ni sería un problema, pero que la búsqueda de este recurso en el lado español afectaría a nuestra principal área de actividad, el turismo. Más aún, que habría plataformas en Fuerteventura, poco menos que a pie de playa.

Rivero parece ignorar las ventajas de una industria alternativa en las Islas, capaz de producir puestos de trabajo y dinamizar nuestra economía, como ocurre en innumerables lugares del mundo donde, por cierto, el turismo convive con la extracción de petróleo desde hace décadas. Ese daño del que habla Rivero, ya lo va a producir el paquete de medidas que ha impulsado en el Parlamento de Canarias, criticado duramente por sindicatos, patronales y asociaciones de toda índole. La mayor subida tributaria de la historia autonómica, que prevé obtener 250 millones de euros por vía impositiva.

La más grave, la subida del IGIC en un 40% que se va a dejar sentir especialmente en los paquetes turísticos que tenía concertado nuestro sector, que ya no puede bajar más sus precios, y a quienes Rivero se ha encargado de ponérselo todavía más difícil.

Para reducir el déficit hay que comenzar por remover los cimientos del entramado de empresas públicas y entes dependientes, que este sector de Coalición Canaria se empeña en mantener, en lugar de hacer recaer el peso del recorte en empresarios, autónomos y familias.

Ahora que toca al Gobierno de Canarias ajustar las cuentas irreales que presentaron a finales de 2011, todo vale a Rivero con tal de no tocar la maraña burocrática que es la Administración autonómica, de la que se siente dueño, y no administrador temporal.

Mientras tanto, con Canarias como líder europeo en destrucción de empleo, el presidente ha sido noticia en toda España por sus viajes por el mundo. Nuestro político más viajero gastó miles de euros en sendos periplos por Uruguay y Marruecos en un mes, acompañado por una corte de 18 asesores y cargos de confianza, a todo lujo y en primera clase. ¿Era necesario, señor Rivero? Viajes presidenciales saldados con dos fotos sin más trascendencia histórica que mostrarnos la imagen de quien ya ha anunciado que pretende volver a optar a la Presidencia de Canarias en 2015. De momento, sigue empeñado en dominar su partido aunque le cueste un nuevo cisma político interno.

Todo para volver al Archipiélago a anunciarnos que Marruecos no está extrayendo petróleo, y venir sin un solo acuerdo comercial que ofrecer. Y aun nos queda por saber cuánto ha gastado en viajar a Bruselas para contarle al Comisario de Medio Ambiente que no le gustan las prospecciones, cuando invertimos muchos millones en oficinas en el Exterior, que carecen de todo sentido mientras no se pongan al servicio de la sociedad canaria. Mejor nos hubiera ido una reunión para tratar asuntos relacionados con nuestra condición de Región Ultraperiférica.

Como siempre decimos, las grandes soluciones que requerimos son europeas y nacionales, no nacionalistas. Hay que tener lealtad institucional, y no es bueno que un nacionalismo sin hoja de ruta pretenda seguir gobernando con el argumento de que ellos sí son canarios, cuando realmente son una minoría y siempre lo han sido.

Canarias tiene solución, pero no podemos esperar más.

*Senador del PP por Tenerife y portavoz de este partido en el Cabildo insular
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