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Secretario ectoplasmático > Francisco Pomares

Leo en una página web sobre fenómenos paranormales -a la que acudo a ratos para entender las vicisitudes de la política local- que quienes han presenciado el fluir de las formas ectoplasmáticas “coinciden en señalar su naturaleza cambiante y ambigua, similar a las imágenes de una pesadilla”. Intuyo que algo parecido debe haberle pasado a Barragán cuando tuvo la visión del joven senador herreño Narvay Quintero ejerciendo en la ejecutiva coalicionera de secretario de Relaciones Exteriores A Sí Mismo. Lo que empezó siendo una divertida ocurrencia -colocar en las listas a uno que ni siquiera pasaba por allí- podría acabar en un disgustillo, si alguno de los críticos tuviera lo que hay que tener, que más bien no.

Narvay ha sido miembro fantasmal de la ejecutiva durante apenas 24 horas, porque los compromisarios que apoyaron el tándem Rivero-Barragán votaron una lista en la que el herreño -que no pertenece a Coalición- figuraba como secretario de la Cosa de Fuera. Acostumbrados a pasarse los estatutos y reglamentos por donde suelen, nadie se tomó la molestia de preguntarle a Quintero antes de incorporarlo en la plancha que votaron los compromisarios. Curiosa forma de hacer las cosas la del tándem Rivero-Barragán: meten a un tipo de otro partido -que ha denunciado el acuerdo con Coalición y no asistió al congreso- y ni siquiera le preguntan antes. En términos legales, los compromisarios que votaron la lista de Rivero estaban apoyando una lista falseada. ¿Se imaginan qué ocurriría si en unas elecciones sindicales o de un colegio profesional se colocara en las listas a alguien sin su autorización? Para empezar, la elección de toda la lista sería anulada, porque cuando alguien vota una plancha, lo hace en su integridad. Probablemente el proceso acabaría en los tribunales.

Si Narvay Quintero no autorizó su inclusión y lo pusieron de todas formas, la plancha es inválida, además de ser surrealista. Pero estamos en Canarias, en la Coalición de Rivero, un partido cuyas prácticas incluyen la cooptación, en el que se pasan sus propios estatutos por el arco de triunfo, y el que un tipo que no pertenece al partido -el joven Narvay- pueda llegar a ser miembro de la Ejecutiva. No creo que ninguno de los compromisarios del congreso impugne el resultado, pero si alguien lo hiciera, probablemente la Justicia actuaría igual que se hace cuando se elige en una asociación de vecinos a alguien sin su previo consentimiento. ¿Cómo? Obligando a rehacer todo el proceso. ¡Vaya chapuza!