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¿Soy maniático?

POR LEOCADIO J. MARTÍN BORGES *

“Seamos hoy sabios. Dejemos nuestras manías aplazadas”.
-Edward Young

Todos convivimos con pequeñas obsesiones y somos muy conscientes de cuáles son las más importantes… o las que nos dan más dolores de cabeza.

El ejemplo de Jack Nicholson en la película Mejor Imposible quizá sea algo extremo. Es difícil cruzarse en la calle con alguien que quiera evitar tocar a la gente o poner el pie en las rayas del pavimento. Pero engancharse a ciertos gestos, comportarse de una forma repetitiva, sin razón aparente, o la clásica compulsión de lavarse las manos continuamente nos puede resultar más familiar.

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) que ejemplifica Nicholson en la película es algo incapacitante, en muchas ocasiones, para la persona, que no puede controlarlo. Este trastorno le dificulta la relación con los demás, bien sea por los condicionantes que debe imponer (limpieza extrema, ubicación, hora del día, etc.), o por la propia incomodidad y vergüenza que al paciente le genera.

Sin embargo, en el otro lado del espectro, seguro que todos nosotros podemos identificar algunas de nuestras costumbres más arraigadas o incluso, nuestras manías. No hace falta que sea un caso clínico, es algo que en cierta medida todos sufrimos en mayor o menor grado. De hecho, podemos encontrarle explicación a que una cama deshecha nos dé impresión de desorden y tengamos que hacerla para sentirnos mejor. O al hecho de que nos lavemos las manos a menudo, porque nos desagrada el aceite. Podemos ser muy obsesivos con ello, pero digamos que, en cierta forma, hay una lógica detrás. 

Estos dos casos bien podrían catalogarse de costumbres e, incluso, de educación. Es algo que hemos visto hacer desde pequeños y hacerlo nos hace sentir bien. Así, dentro de las costumbres podemos catalogar todas aquellas rutinas o conductas que, realizándolas de forma sistemática, nos hacen sentir mejor. Y hasta que no te impida llevar a cabo tus tareas cotidianas, ser maniático no será una enfermedad. Todos tenemos o conocemos manías particulares de alguien. 

Un ejemplo podría ser llegar tarde a los sitios porque cuando caminas por la ciudad y pasas junto a un semáforo en verde, debes cruzar. Con mala suerte y una combinación de semáforos concreta, se puede acabar muy lejos del destino original. Hay personas que dan la mano de una manera y no de otra, sin posibilidad de cambiar. Hay quien se viste siempre empezando por el mismo pie, o quien se cepilla el pelo 100 veces todas las noches, ni una más ni una menos, a riesgo de no poder conciliar el sueño si se equivoca. O los que tienen que caminar a la derecha y si van a la izquierda comienzan a ponerse nerviosos.

Estas manías pueden distorsionar de forma importante nuestra vida cotidiana, e, incluso, provocarnos serios disgustos. Pero, generalmente, el que las sufre es consciente de ellas y puede llegar a evitarlas o a atenuarlas si es necesario.

Pero ¿cuántas veces se puede comprobar que llevas las llaves, la cartera y el móvil encima? Al menos, antes de que se considere compulsivo. ¿50, 100 al día? No es una cuestión de numero solamente. Una obsesión, como ya hemos comentado antes, es un desorden conductual tratable por los profesionales, que nos pueden ayudar a identificarlo, corregirlo o a vivir con ello.

Los pequeños rituales que son nuestras costumbres y manías no indican que estemos desequilibrados o suframos un trastorno, sino que en cierta forma nuestro cerebro está acostumbrado a buscar un equilibrio. De este modo, nos sentimos cómodos en la rutina, nos da tranquilidad, así que si no existe, la inventamos. Para liberar nerviosismo, como válvula de escape al estrés, para estar ocupados en algo ajeno a lo cotidiano. 

Si observamos al tenista Rafael Nadal, veremos la multitud de rituales que sigue antes de sacar, restar o entre juego y juego durante un partido. Mesarse el cabello, los golpitos con la raqueta en las zapatillas o cómo va colocando las botellas de agua que consume durante el encuentro, forman parte de su elaborada constelación de rituales. Preguntado por ellos en una entrevista, el joven deportista señaló en una ocasión que le ayudan a mantener la concentración durante el partido y no distraerse con lo que ocurre fuera de la pista.

Así, parece que las manías o rituales, son una forma de crear a nuestro alrededor un esquema que seguir, artificial pero simétrico, continuado, que a su manera trata de darnos la tranquilidad de algo reconocible. Esto es cierto, mientras no se “apodere” de nuestra capacidad de innovar o adaptarnos, si así lo requieren las circunstancias o las personas que nos rodean.

Si no lo conseguimos, nos encontramos que, a la larga, el efecto es el opuesto y nos tiraniza de una forma que nos hace sentir incómodos y, en cierta manera, raros. Nos aisla de igual manera que a alguien que padece un TOC, ya que se interpone entre nosotros y las posibles nuevas experiencias que están por venir.

Por eso, siempre es importante que introduzcamos en nuestra vida diaria pequeños cambios que nos ayuden a distinguir un día de otro y a sentirnos, de alguna forma, más vivos.

*Psicólogo | www.leocadiomartin.com | @LeocadioMartin | www.facebook.com/LeocadioMartinCambiate