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Suma y sigue > Francisco Pomares

Como conclusión a lo ocurrido en el congreso de Coalición, podría decirse que Rivero cada día tiene más poder y su partido menos. El mismo Rivero que dijo que no se le había pasado por la cabeza ser bipresidente, manda ahora mucho más en un partido más pequeño y más dividido del que se ha ido purgando a todos los que no se le sometían. La declaración de Barragán de que después del Congreso no habrá “noche de los cuchillos largos para los críticos” suena a guasa: sería la primera vez que no intentan cargarse a los díscolos. Rivero depuró las organizaciones de Gran Canaria -de donde echó a Román Rodríguez y los suyos, y ahora se ha librado de los poquitos que iban por libre- y de Lanzarote, donde optó -como siempre- por apoyarse en el sector más débil del nacionalismo conejero. El voto nacionalista en ambas islas se hundió: en Gran Canaria, su hombre con más futuro -el independentista pirulero Jorge Rodríguez- no logró siquiera hacerse elegir concejal en las últimas elecciones. Pero a Rivero eso le da igual: no necesita muchos votos para gobernar, le basta que PSOE y PP no se pongan de acuerdo para poder bailar en cada caso con la más fea. Su modelo de Gobierno de perdedores con él en la Presidencia funciona relativamente bien para el objetivo que persigue, que es seguir instalado en el poder.

Rivero ganó el congreso rompiendo la delegación de Tenerife, como antes ganó reventando Gran Canaria y Lanzarote. Y ahora se apresta a hacer en Tenerife y La Palma lo mismo que hizo en Gran Canaria y Lanzarote: quedarse con el partido, aun a costa de fraccionarlo.

Por eso, más importante que este congreso que se cierra con una ejecutiva de tiralevitas y paniaguados a sueldo del Gobierno, es el congreso de Tenerife del próximo 29 de julio, en el que estaba previsto un cambio de rumbo, con la sustitución de González Ortiz por Fernando Clavijo. Los cuchillos largos de Barragán pueden empezar antes de lo previsto: la misma tarde del domingo, andaban ya haciendo cuentas para ver si pueden parar. Sumaban los votos que Rivero obtuvo en Tenerife: los que controla Bermúdez, los que controla Berto González Reverón en Arona y algunos más…

Rivero ha instalado Coalición en modo conflicto. Desde su punto de vista, este momento de crisis y serias dificultades es el mejor momento para hacerlo: los paniaguados tienen miedo de quedarse sin sus cargos, salarios y sinecuras. Hoy es más fácil meter miedo.