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Una intervención inevitable > Francisco Pomares

A sólo medio año de las elecciones, descubrir que tenemos un Gobierno con mucha imaginación no deja de ser una sorpresa. Quién nos iba a decir que el soso de Rajoy tenía su aquel como prestidigitador. Ya saben, los de nada por aquí, nada por allá, y al final aparece un conejo en una chistera.

Y resulta que han encontrado el conejo: se les ha ocurrido una fórmula para evitar el rescate de España, que es no llamar rescate al rescate. ¿Les parece una tontería? No lo es: Guindos anda por las Europas intentando un plan para que el conejo de nuestro agujero bancario sea tapado diligentemente con fondos europeos dentro de un proyecto de carácter general, aplicable a todos los bancos del continente. Que la aplicación sea general, permitiría superar los problemas legales que ahora plantean los mecanismos de ayuda, aunque sea Bankia -por ahora- el único banco que se aproveche del sistema. Ese mecanismo no sería considerado un rescate específico para España, aunque de hecho sirva para que Europa lave las vergüenzas de nuestro sistema bancario, aquel que hace sólo seis meses Rajoy definía como el mejor y más saneado del mundo mundial.

Guindos negocia a la desesperada ese sistema, que podría ser adoptado en la cumbre del 28 y 29 de junio, en la que -si al final se logra convencer a los ministros europeos- se daría la orden para poner en marcha los mecanismos de la llamada unión bancaria.

Alemania exige garantías de que España mantendrá la línea de austeridad y duros recortes, y ya se habla de que es posible que antes de octubre se toquen las pensiones, probablemente un cinco por ciento. El Gobierno de España cree -y así lo ha filtrado a los medios- que Merkel se fía de Rajoy y que la decisión política de ayudar a los bancos españoles ya ha sido asumida por Alemania. Para agradecérselo, Rajoy propuso el sábado más cesión de soberanía, con la creación de una autoridad fiscal europea que controlaría los presupuestos nacionales. Nos quedan, pues, veinticinco días de infarto, con Guindos recordando a sus colegas continentales que si cae España caerá después Italia, y detrás de ambas caerá el euro. Veinticinco días para saber si a la intervención inevitable le pondrán (o no) otro nombre.