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Una testigo dice que una de las acusadas le enseñó a enrollarse con una mujer

EFE | Las Palmas

Una testigo del “caso Kárate” ha dicho hoy ante la Audiencia de Las Palmas que la pareja del principal acusado, María José González, la introdujo en el gimnasio de Fernando Torres Baena a los 13 años y que ella, de quien llegó a enamorarse, le enseñó “cómo enrollarse con una mujer”.

Esta joven, testigo número 16, que lleva en tratamiento psicológico desde hace dos años, ha declarado hoy ante el tribunal, tras un biombo y con un aparato para distorsionar la voz, que además perdió su virginidad con Fernando Torres Baena, con quien mantuvo relaciones tanto en el gimnasio como en su chalé de Vargas.

Entre sollozos, la joven ha explicado que empezó a recibir clases de kárate en el Centro Insular de Deportes de Gran Canaria, pero a la semana, su monitora, María José González, habló con su madre para derivarla al centro de Torres Baena porque veía en ella “muy buenas cualidades físicas”.

A las cuatro o cinco semanas de comenzar en el centro de Torres Baena, ya fue invitada al chalé, donde tuvo su primera relación con el principal acusado, si bien antes la acusada María José González, en el altillo del gimnasio, le puso “una blusa en los ojos y comenzó a tocarle los pechos y sus genitales”, y le dijo que no se lo contara a sus padres.

Según su relato, el principal acusado también la obligó a mantener relaciones con otros alumnos, en concreto con la testigo 13, y al negarse, le dijo que en su chalé había que hacer lo que él decía.

En esta sesión del juicio también ha declarado la madre de esta joven, quien ha explicado cómo ella misma también fue “manipulada” por Torres Baena y por su pareja tras enterarse de que su hija estaba enamorada de su monitora.

La madre ha asegurado que primero fue a su casa María José González, quien le dijo que su hija estaba confundida y que era normal que los alumnos se enamoraran de los profesores, y después fue Torres Baena, quien también se lo negó. Entre ambos lograron convencerla de que “no estaba pasando nada” y de que dejara a su hija volver al gimnasio.

Esta testigo, que está bajo tratamiento psiquiátrico, ha afirmado que se siente culpable de no haber sido capaz de ver lo que le estaba pasando a su hija y, sobre todo, de haber sido manipulada, así como que toda la familia ha tenido que hacer terapia y poco a poco “van saliendo adelante”.

Intentaron captar al novio de una testigo

En esta jornada también ha declarado el novio de la testigo número 14, quien ha explicado al tribunal cómo intentaron captarlo y cómo fue rechazado por Torres Baena tras negarse a mantener las relaciones sexuales que le propuso el principal acusado.

Ha explicado que solo estuvo dos veces en el chalé de Vargas, la dos acompañado de su novia. La primera fue a pasar el día con motivo de un asadero y la segunda vez fue invitado por Torres Baena, quien le advirtió de que “tenía que estar dispuesto a todo” y de que se llevara “una caja de condones”, si bien se lo tomó a broma.

Este testigo ha relatado que, en esa segunda ocasión, Torres Baena le preguntó si había confianza entre ellos y si le gustaba alguien del gimnasio, “chica o chico”, y le dijo que su novia podía estar con quien quisiera, lo cual le sorprendió.

Además, Torres Baena le comentó que las relaciones sexuales eran como las catas de kárate, que si las hacías siempre con la misma persona “te acababas aburriendo”.

El principal acusado, según este testigo, le contó que otros alumnos habían mantenido relaciones entre sí y con su novia, y le puso como ejemplo que su hijo había perdido la virginidad a los 4 años. También le advirtió de que solo le iba a dar una oportunidad, porque en el “grupo” no se podía “estar sin ser”.

Después de esta charla y de su negativa, abandonó el chalé con su novia, que entonces le contó que el principal acusado había abusado de ella y le explicó otras cosas que sucedían allí.

La sesión de hoy concluyó con la declaración de la testigo número 19, que, según ha indicado comenzó a recibir clases de kárate a los 9 años en el Centro Insular de Deportes con María José González, quien también le recomendó el centro de artes marciales de Torres Baena.

Esta testigo ha señalado que Torres Baena era como “un dios” y que le tenía “la cabeza lavada”, si bien aunque en dos ocasiones, cuando tenía entre 14 o 15 años, la citó a solas en el gimnasio: la primera vez hablaron de sexo y ya en la segunda le hizo tocamientos con la ropa de kárate puesta.

Esta joven, que hoy tiene 20 años, cree que le “salvó” el hecho de que en ese momento llegó al centro uno de los monitores para dar clases a los más pequeños.