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Realidades opuestas en la conservación de los mares

Fondo marino de la isla de El Hierro. / NURIA RIZO

MIKEL BECERRA | Santa Cruz de Tenerife

La Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible (Río+20, en el sitio en internet www.uncsd2012.org) que se ha celebrado recientemente en Río de Janeiro da pie a presentar a la opinión pública las realidades tan opuestas que existen en el estudio y conservación de la biodiversidad marina. Como amantes de la naturaleza estamos de enhorabuena porque nunca antes hemos conocido nuestro medio ambiente como ahora.

Ya hemos superado el millón y medio de especies descritas por la ciencia, un número que además continuará creciendo: se estima que el total de especies ronda los 10 millones. Pero también estamos desconsolados porque estamos poniendo fecha de caducidad a esta diversidad biológica. Estamos viviendo la sexta gran extinción planetaria. En la actualidad, las tasas de extinción de especies son entre 10 y 1.000 veces mayores que las existentes en el registro fósil. La desaparición de especies está ocurriendo a una velocidad sin precedentes.

Hace 250 millones de años, en la gran extinción del Pérmico-Triásico, desapareció el 95% de las especies marinas y el 70% de los vertebrados terrestres en un periodo de un millón de años.

El doctor Edward O. Wilson, experto en temas de biodiversidad y evolución y ganador del equivalente al Premio Nobel en Biología, predice que al ritmo actual de extinciones el 50% de las especies que habitan la Tierra desaparecerán en… ¡100 años! No parece estar muy desencaminado.

Especies de anfibios

El 41% de las especies de anfibios, el 33% de corales formadores de arrecifes, el 31% de tiburones y rayas, el 31% de cangrejos de agua dulce, el 30% de coníferas, el 25% de mamíferos, o el 13% de las aves se encuentran en la lista de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Protección de la Naturaleza.
En total, unas 20.000 especies amenazadas de las 60.000 que han sido evaluadas. Paradójicamente, nunca antes han existido tantas medidas y acuerdos encaminados a proteger la biodiversidad.

El Convenio sobre Diversidad Biológica (CBD en sus siglas en inglés) alcanzado por 150 países en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 fue clave para concienciar a la sociedad de la importancia de un desarrollo sostenible que salvaguarde la biodiversidad del planeta.

Tras 20 años del histórico pacto, la Conferencia internacional de Río+20 proporciona el marco adecuado para evaluar los progresos y ver que se ha conseguido.

La quinta edición de las Perspectivas del Medio Ambiente Mundial (GEO-5), del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente nos indica que “el mundo sigue precipitándose por una pendiente no sostenible a pesar de los más de 500 objetivos acordados a nivel internacional para respaldar la gestión sostenible del medio ambiente y mejorar el bienestar humano”.

De los 90 objetivos medioambientales más importantes evaluados en el GEO-5, solo se han producido progresos significativos en cuatro: cese de la producción y uso de sustancias que reducen la capa de ozono, eliminación del plomo de las gasolinas, mayor acceso y calidad del suministro de agua, y fomento de la investigación sobre la contaminación marina. Otros muchos aspectos han sufrido un empeoramiento de la situación. Por ejemplo, el estado de los arrecifes de coral.

Países firmantes

Está claro que los países firmantes del CBD no han estado a la altura de sus intenciones. Una de las acciones más relevantes para frenar nuestro disparate ambiental ha sido la creación de unas zonas especiales donde las actividades humanas se encuentran restringidas, las denominadas Áreas Protegidas.

Las áreas protegidas proporcionan numerosos beneficios para la conservación de hábitat y especies, y en los últimos años la superficie terrestre protegida del planeta ha aumentado hasta el 12%, lejos todavía del 20% estimado como necesario para preservar la biodiversidad del planeta. A pesar de representar el 70% del planeta, la protección de los océanos es prácticamente anecdótica.

El CBD propuso el año 2012 como fecha para tener establecida una red global de áreas marinas protegidas representativas y gestionadas eficazmente que salvaguarden la biodiversidad marina del planeta. El objetivo consistía en proteger el 10% de la superficie marina en el año 2012. Únicamente hemos protegido el 1%.

En España, la superficie marina protegida no llega al 1%, lejos del 10% que se comprometió a proteger en el CBD de Río de Janeiro y por debajo del 2,7% protegido en la Unión Europea.

El presidente Rajoy dijo en la reciente Conferencia de Río+20 “el desarrollo sostenible es el único camino”, mencionado específicamente que hay que fomentar el uso sostenible de los recursos marinos, mediante la protección de la biodiversidad de los ecosistemas.

En otras palabras, para poder seguir pescando en el futuro hay que proteger la biodiversidad, incluyendo las especies en peligro de extinción, y erradicar la pesca ilegal.

Pues bien, el Gobierno ha reducido un 70% la partida presupuestaria asignada a la protección del medio ambiente y las áreas marinas protegidas se quedan sin el combustible económico y sin el personal necesario para su funcionamiento.

Las reservas pueden verse afectadas por la pesca furtiva que Rajoy pretende erradicar. A nivel global nos queda mucho camino por recorrer para preservar la biodiversidad mundial, pero tenemos ejemplos que nos invitan a ser optimistas. Australia lo está consiguiendo y sienta jurisprudencia en aspectos de conservación marina.

Sin embargo, a pesar del esfuerzo en protección, la Gran Barrera Australiana presenta signos inequívocos de claro declive.