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Banqueros> Perplejita me hallo

Si les parece que el descubrimiento de la semana es lo del bosón de Higgs (el corrector de Word se empeña en cambiármelo por “bosón de higos”, que es un nombre menos científico pero con más gancho comercial, qué duda cabe), pónganse en la piel de todos los que han sido imputados por el caso Bankia.

Son esos señores que de repente han descubierto que, tras pasar largos años experimentando con la impunidad, en lugar de una medalla conmemorativa (Medalla al Mérito del Latrocinio o algo), lo que les dan es un pase vip a los juzgados, siéntese usted en este banquillo, no, no está acolchado, es posible que sus nalgas se resientan.

Como primer paso en este sindiós que llamamos España no está mal. Pero faltan muchos más para completar un camino que nos lleve a alguna parte. Y en un momento del recorrido, más pronto que tarde, a poder ser, deberían incorporarse todos los que presionaron a los empleados de las sucursales para endilgarle preferentes a todo Cristo, supiera o no supiera, no ya de finanzas, sino simplemente leer. O todos los que llegaron, tomaron posesión de su cargo y su despacho, y lo primero que hicieron fue ponerse un sueldo pinturero y una pensión vitalicia de jubilación a la altura de su cementado rostro.

O los que aceptaron sentarse en un Consejo de Administración sin tener ni pajolera idea (sólo porque daba pisto y dietas) y decían sí a todo lo que les pasaban por delante a pesar de tener dudas de que dos y dos sean cuatro.

Si eso fuera así, no daríamos abasto levantando juzgados para verlos desfilar.