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Caballero legendario> Norberto Chijeb

Haga lo que haga ya, Juan Diego Amador siempre será recordado como el primer canario que holló la cima del mundo, el Everest, poco después de haber sido hace diez años también el primero que lograba subir un ocho mil (Cho Oyu, 8.201 metros).

Pero ahora, después de estar dos años luchando contra las secuelas de una hernia discal, este profesor y deportista lagunero, regresa a la alta montaña allá en la Cordillera Blanca, con el ánimo de reencontrarse con el espíritu de las alturas, de probarse ante la idea de dirigir nuevos objetivos en lugares tan sugerentes para él como la Patagonia o el Himalaya.

Amador no solo es nuestro montañero bandera, sino el mejor exponente de un caballero generoso que ha querido, en estos dos años en dique seco, empaparse de estudios de técnica de alta montaña para trasladar esa enseñanza a los jóvenes, porque nadie duda que la pedagogía compite entre sus pasiones con la montaña, esa a la que hoy regresa pero que nunca abandonó, entre otras razones porque Juan Diego siempre ha estado en las alturas, como persona y como deportista. Es un orgullo tener entre nosotros a personas de su talante, de su nivel.