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Cecilio Paniagua > Luis Ortega

Durante su infancia y adolescencia, fue parte del ajuar doméstico, en el aparador elegante y chulo con su sombrero cordobés y su chaleco verde billar. Más tarde, acaso porque el rojo se relaciona con el color y sabor del vino, cambiaron las dos prendas que convirtieron una simple botella en un personaje y, aún más, como se ha demostrado en las últimas semanas, en un icono de España.

Helena, que ayer cumplió años, me contó como, en una tarde vacía en las horas muertas de la guerra civil, Cecilio Paniagua (1911-2012), con apenas un posavasos y una servilleta de papel, ideó el atuendo y, ya en su taller de Jerez, con cartón, fieltro y madera, aderezó una botella que presentó a sus amigos los Domecq, que -“el dinero solo garantiza dinero”, según Quevedo- no descubrieron los valores de comunicación de la idea. En la competencia, González Byass, sorprendido ante la generosa oferta -porque el artista ni patentó la invención ni quiso un duro por ella- encontró la facha ideal para su vino estrella. A un siglo de su nacimiento, Paniagua -el gran director de fotografía del cine heroico español entre los cuarenta y los setenta- recibe, entre otros homenajes, en su Almería natal el general reconocimiento por este ingenioso argumento y los madrileños sensibles, por sí o agrupados, han protestado en todos los tonos por la posible desaparición del anuncio de Tío Pepe de un inmueble, famoso por albergarlo, y su cambio por la manzana mordida de Apple, que, después de muchos años, abre su primera tienda en la Villa y Corte y, naturalmente, quiere colocar en ese lugar de privilegio -el más retratado de Madrid- el logotipo de la empresa creada por Steve Jobs, fallecido en el octubre pasado. El conflicto y la protesta ciudadana han empujado la intervención de la pareja de damas -Ana Botella y Esperanza Aguirre- que gobiernan con mano de hierro la capital. Para muchos compatriotas, el problema (que, pensamos que por propia interés de las administraciones acabará con una solución asumible) ha servido para dar a conocer a un artista, dibujante, pintor y fotógrafo, amigo y documentalista de la mejor generación artística del siglo XX español, en una desconocida y popular faceta publicitaria y para extender su memoria que, con tanto amor y celo, mantienen hasta ahora quienes lo quisieron, sus familiares y paisanos, con atención de alumnos, su brillante trayectoria en fílmica. Pero esa es historia para otro día.