ángulo 13>

Chupacabras: un coyote con mala suerte

El ‘Chupacabras’ ha servido incluso como reclamo publicitario. | DA

Por JUANCA ROMERO HASMEN

Corría la primera mitad de la década de los noventa cuando escuché hablar por primera vez de un supuesto animal criptozoológico conocido como chupacabras, cuadrúpedo -aunque con capacidad para desplazarse sobre dos patas- que al parecer se alimenta de la succión de sangre y otros componentes del organismo de sus víctimas, sobretodo ovejas y cabras. A lo largo de las últimas décadas se ha acumulado la cifra de varios miles de animales muertos principalmente localizados en Sudamérica, siendo en Puerto Rico el país en el que se encuentra la primera supuesta víctima de este extraño animal, una cabra con extrañas heridas en el cuello y a través de las que se le extrajo toda la sangre.

Pero centremos la cuestión e intentemos poner luces y taquígrafos sobre este expediente. Las descripciones aunque variopintas, convergen en su mayoría en que se trata de una criatura de un metro aproximado de estatura, de color entre verdoso y ocre, y la piel escamada. Sus ojos son grandes y en la boca destacan los colmillos desarrollados para la succión. Las descripciones también apuntan a una constitución próxima a lo humanoide, erguido casi hasta la verticalidad aunque cuando se desplaza a gran velocidad lo hace sujeto en las cuatro extremidades.

Es a partir de los primeros años de los noventa cuando empiezan a salir a la luz pública algunos de los ataques de ese extraño animal -a pesar de que ya en los años setenta se reportaron muchos casos-, concretamente desde el poblado de Moca, Puerto Rico, llegaron las primeras noticias de animales muertos en extrañas circunstancias. La prensa local se encargó de bautizar al anónimo agresor como el vampiro de Moca y un poco más adelante como el chupa cabras o chupa vacas, a pesar de que entre los animales muertos también se encontraron gallinas, pájaros y hasta caballos. A partir de aquel momento se extendieron los casos por gran parte de Sudamérica -Puerto Rico, República Dominicana, Argentina, Perú, Brasil, Chile, México- alcanzando incluso algunos ranchos de los Estados Unidos.

El modus operandi del agresor -generalmente el mismo- consiste en atacar a la víctima abriéndole una profunda y cauterizada herida en el cuello a través de la que le extrae la totalidad de su sangre, llegando incluso a eliminarle algunos de los órganos vitales a través del pequeño orificio. Alrededor del animal fallecido no se encuentran signos de excesiva lucha, más bien todo lo contrario, apareciendo totalmente tumbado, sin apenas charcos de sangre, dando la sensación de haber muerto mientras dormían o estaban en estado de reposo. A día de hoy se han catalogado varios miles de ataques del chupacabras y en muchos de ellos han intervenido como testigos algunas personas que coinciden en describirlo como un ser aparentemente bípedo de un metro de altura, con tres dedos en forma de garra en cada extremidad, cabeza ovalada, grandes colmillos, espina dorsal pronunciada y evidente, y en algunas descripciones se apunta demás a la presencia de alas propias de los quirópteros.

Se desplaza dando saltos entre la maleza dejando huellas de unos diez centímetros aproximadamente, parecidas a las que deja cualquier especie canina. Llama poderosamente la atención que en la sociedad de las nuevas tecnologías no se hayan tomado fotografías o video real al extraño animal, existiendo solamente ilustraciones desarrolladas a partir de las descripciones de los campesinos y supuestos testigos que lo vieron. ¿Qué o quién es realmente el chupacabras? Buscando la identidad de este insólito y escurridizo animal, todo parece apuntar a un híbrido entre perros y coyotes, o perros con zorros. Si no es una rotunda conclusión, por lo menos se convierte en la teoría más sólida después de varias décadas de misterio en torno a estos ataques.

Es a partir del cadáver de uno de estos animales cuando se empieza a ver la luz, concluyendo que por las descripciones físicas y la estructura del ADN, se trataba de un animal con una mezcla de cromosomas entre coyote y lobo, y no del Xoloitzcuintli o perro pelón mexicano como pensaban algunos científicos involucrados en la catalogación de este agresor. Probablemente pueda tratarse de una mezcla entre coyotes y perros pelones mexicanos en unos casos y con lobos en otros. ¿Y en Canarias?, ¿Ha existido algún ataque de chupacabras en nuestro Archipiélago? La respuesta es afirmativa aunque con marcados matices.

El 29 de abril de 1979 apareció en una fábrica del barrio de Taco, en el municipio de La Laguna en la isla de Tenerife, un pastor alemán con síntomas de mutilación -con un orificio en su costado-. Algunos días más tarde apareció otro perro con dos orificios en su cuerpo que según se contaba en la zona, sirvieron para extraer la sangre y algunos órganos al animal -circunstancia ésta, que se aleja de la realidad según las informaciones policiales- Tras la aparición de un tercer animal muerto, recorrió toda la isla la psicosis de que los perros estaban siendo atacados por alguna entidad de origen extraterrestre o animal de apariencia casi demoniaca. Las pesquisas policiales apuntaban hacia grupos sectarios de corte satánico o luciferino, aunque este es un aspecto que nunca pudo demostrarse.

Pero la versión oficial no deja de ser menos sorprendente por lo grotesco de la conclusión: “En la noche, un individuo se acerca hasta el perro, que permanece atado a la cadena y le mata; posteriormente le saca el collar del cuello y, levantando el animal, lo traslada hasta treinta metros de distancia para depositarlo tras un coche. Luego, antes de que amanezca, las ratas se acercan hasta el cuerpo inerte del perro y, abriendo un agujero en su piel, le comen ciertas partes de sus órganos”. Hoy en día se sigue hablando de aquellas matanzas en Tenerife como el chupacabras de Taco, y a pesar de las conclusiones policiales -llamativas como mínimo-, continúan escuchándose diferentes hipótesis y alguna descalcificada teoría sobre qué o quién acabó con la vida de aquellos perros. Como siempre ocurre, la respuesta viene dada por la ciencia y es a ella, a quien debemos acudir para proyectar luz sobre lo que en primera instancia viene precedido por un fuerte e intencionado halo de ocultismo.