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Comparecencias y bla, bla, bla > Enrique Arias Vega

Las comparecencias sobre Bankia son tan inútiles como un frigorífico en un iglú. En vez de buscar respuestas concretas de Elena Salgado, Rato, Fernández Ordóñez y demás implicados en su hundimiento, las sesiones del Congreso sólo aspiran al lucimiento de los diputados. Así de triste. Eso puede apreciarse en esas larguísimas preguntas de hasta diez minutos de duración que, en vez de plantear cuestión alguna, parecen aburridas tesis doctorales. Ante ellas, claro, los comparecientes se escabullen con otros monólogos aún más prolijos. Todo lo contrario de lo que ocurre en los comités del Senado estadounidense: en ellos, las preguntas son tan precisas y directas que prácticamente exigen monosílabos como respuesta. ¡Y ay de quien no conteste con concisión! Algo parecido sucede en Parlamento británico, donde recientemente se acorraló a Rupert Murdoch, a su hijo James y a Rebekah Brooks sobre las escuchas ilegales del News of the World. De haberse celebrado esas sesiones en España, los susodichos aún seguirían tan ricamente como antes de su comparecencia parlamentaria. Alguien dijo que lo mejor para enterrar un asunto en nuestro país es crear un comité: a causa de la inutilidad de sus debates y de la inanidad de sus conclusiones. Las comisiones del Congreso resultan incluso más inocuas: el bla, bla, bla parlamentario sólo refleja prejuicios partidistas, carencia de ideas y dificultad para expresarlas. Por eso, algunos diputados aprovechan para el protagonismo sobre el que ironizo Warhol.