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Cosas del género> Francisco Pomares

No me gusta demasiado opinar de asuntos relativos a la jerarquía católica y sus posicionamientos. Hoy ya no es obligatorio pertenecer a la Iglesia, y cada club tiene derecho a tener sus propias normas. Otra cosa es que los socios las cumplan, pero eso pasa no sólo con la Iglesia Católica, también ocurre con el Club de Leones o con World Wild Life, que tiene de presidente honorario a un señor al que le gusta la caza mayor.

Lo que sí me parecería absurdo es que la Asociación de sordos emita un dictamen sobre música coral. Probablemente no estén muy capacitados para hacerlo. A la Iglesia Católica le ocurre algo parecido: se empeñan en hablar de sexo, cuando se supone que en esa concreta disciplina, los obispos no tienen mucha experiencia. Y ahora, les da por el género. Después de mil años decidiendo si la mujer tiene alma o sólo es pecado, y otros mil manteniendo férreamente la exclusión femenina en la ordenación sacerdotal (por si las moscas), no creo yo que los obispos sean los más adecuados para hacer interpretaciones sobre la maldad de la ideología de género, responsable, según nos dicen en un documento que acaban de presentar, “del aumento de abortos, divorcios, explotación de mujeres y niños, prostitución, adicciones y violencia de género”.

Ocurre que la ideología de género tiene dos extremos, como las salchichas: a un lado estaría la que defiende el feminismo radical y al otro la de la Conferencia episcopal, que también tiene una ideología de género, de género masculino un poco rancio, concretamente. Por eso creo yo que en este asunto los obispos andan bastante despistados y trasnochados: a estas alturas del discurso, responsabilizar de “la deconstrucción de la persona, el matrimonio y la familia” y del individualismo liberal que ha traído todos los males a esos dos venerables ancianos del XIX -Marx y Freud- pues suena como un poco viejuno. Yo creo que Tele 5 y su Sálvame son bastante más responsables de lo que los obispos denuncian -la deconstrucción esa de la vida familiar- que la revolución de Octubre y el psicoanálisis (sobre todo si no contamos a los psicoanalistas argentinos, que esos sí son responsables de algún divorcio).

En fin, que cada cual arrima el ascua a su sardina. Pero decir que andamos instalados en una cultura pansexualista, cuando menos resulta bastante exagerado. Yo mismo, por ejemplo, hace ya tiempo que no me como una rosca.