BIENMESABE > Miguel L. Tejera Jordán

Dirigencia > Miguel L. Tejera Jordán

Los otros días nos reunimos en la rambla un nutrido grupo de amigos y amigas que estudiamos juntos el bachillerato en el hoy IES Canaria-Cabrera Pinto, de La Laguna. Posteriormente, seguimos en contacto en la universidad porque, aunque cada cual escogió la facultad que le vino en gana, siempre nos veíamos para tomar un cortado en la cafetería del edificio central, que tan diligentemente dirigía don Salvador, apoyado en su indispensable Benjamín.

Pues bien, en un momento dado de nuestra tertulia, coincidimos en recordar el perfil de los compañeros de estudios que más presumieron de ser revolucionarios de la izquierda radical antifranquista. Me refiero a los compañeros y compañeras de estudios (es un decir) que ocupaban más tiempo organizando manifestaciones contra el régimen, o corriendo delante de los grises, que acudiendo a clase para formarse en los estudios superiores escogidos por cada cual. Muchos de aquellos revolucionarios tardaron más de diez años en terminar sus carreras. La mayoría se quedó a medio camino, pues dedicaban tanto tiempo a la política, y tan poco a los estudios, que terminaron por hacerse un hueco en la vida medrando en la actividad política, como enseguida se verá.

Los tertulianos de la rambla coincidimos en que todos y cada uno de aquellos viejos compañeros de izquierda (¿?) visten hoy trajes de chaqueta y corbata o prendas de vestir femeninas de armas y de bolsillos tomar. Los que menos, son jefes de servicio en alguna administración pública. Los demás se han colocado como concejales, alcaldes, consejeros de cabildos o presidentes de los mismos, consejeros autonómicos, diputados regionales, estatales o senadores. También los hay que han encontrado acomodo en la gerencia de empresas públicas o de instituciones públicas o privadas, las últimas frecuentemente dependientes de generosas subvenciones estatales o regionales. Nada que ver, entonces, con el viejo pasado revolucionario.

Los asistentes a la tertulia de la rambla no envidiamos su nivel de vida, fruto de unos sueldazos de impacto. Pero sí que sufrimos indeciblemente al comprobar que han sido estas personas, y todavía lo siguen siendo, quienes han estado rigiendo nuestras vidas en estas últimas décadas y quienes, para acabarla de fastidiar, se agarran a la poltrona con tanta fuerza, que van a seguir siendo los llamados a dirigir el sentido de la marcha de esta sociedad y la de nuestros hijos y nietos. Y esto sí que nos sentó fatal.

Puede que no toda, pero sí gran parte de esta crisis que nos atenaza, tenga algo que ver con el ascenso glamuroso de la legión de trepadores incompetentes que se han hecho un hueco en la política bajo el sol que más calienta, dándose la vidorra a costa del erario público, aportando a la cosa, precisamente pública, no más que verdaderas calamidades. No es de extrañar, entonces, que funcionen como funcionan los servicios básicos de nuestra agónica comunidad. De solo pensar en que semejante legión de rebenques, con ínfulas de grandeza, nos administra, se me ponen los pelos de punta.

A lo mejor la prima de riesgo está por las nubes por culpa de estos primos…, de los que habrá miles regados por toda España. Así que, o cambiamos de dirigencia, o con razón nos considerarán en Europa y en todo el mundo un auténtico país de capullos…