soliloquios > Ramiro Cuende Tascón

Economía y PGO’s, andante ‘molto mosso’ > Ramiro Cuende Tascón

La sinfonía, Opus Prima, Territorial, sigue con un paseo calmo en si bemol mayor, por el sonido del agua, el canto de los pájaros: ruiseñores, codornices y cucos. Estos últimos, los cucos o espabilados, abundan por los mundos del territorio y su planificación. En el segundo movimiento los violines describen las aguas llegando al mar, mientras oímos el trino de los pájaros, y la odiosa economía sobrevuela, mercadeando sobre las vidas de los lugareños, cual urraca lastimera que no deja de graznar cada mañana a través de las ondas del majadero transistor. Cada mañana se repite el mismo coro. Ahora sí, ahora no, sube, baja, izquierda, derecha, adelante a detrás 1, 2, 3. Ahora nos rescatan, ahora nos ajustan, vigilan, acosan. Eso sí, la culpa fue del chachachá. Le auguro que, o izamos la mayor y olvidamos tanto chalaneo, o a las Islas se las lleva el viento de inanición.

Mientras compongo, tomo café leyendo a Ángeles Palmero, la vicepresidenta de la Cámara, que hace una crítica mordaz y clara a “la complejidad de una administración, que es incapaz de poner en marcha instrumentos vitales para el desarrollo económico de Canarias como son sus planes generales de ordenación, sus PGO”. Le resulta “increíble que después de cuatro largos años de crisis, el Gobierno y los ayuntamientos hayan sido incapaces de buscar una solución a la parálisis urbanística de las Islas”. A su juicio, es vergonzoso que en ocho años tan sólo 14 de los 88 municipios hayan aprobado su planeamiento. “No sé si la culpa es de los ayuntamientos, del Cabildo o del Gobierno… o de tanta empresa colateral, tanto asesor y tanto dictaminista”. Acaba diciendo que: “Esta situación es inaceptable e insostenible”.

Continúo componiendo, y leo… “La caducidad del santacrucero Plan, tal y como reseñó el señor Ramón Fernández, no implica que haya que empezar el proceso de nuevo: ‘El documento se puede retrotraer en el tiempo hasta el punto en el que el proceso esté correcto’”. O sea, que para Don Tomás, tan sólo se trata de perder algo más de nuestro tiempo, y como en el juego de La Oca, caer otra vez en la casilla del Laberinto, la 42, y volver de nuevo a la 30. Y así, una y otra vez. Lo del PGO chicha es la leche, el ejemplo de la sinrazón y la estulticia que aliña nuestras vidas ¿Quién estará detrás, quién gana con esto? ¿De quién viven, los que dicen que no cobran por montar esto? ¿A quién beneficia tanto dislate? No me negará que del aire no se vive. También habrá que seguirle el rastro al dinero de la familia Setevé LePlumerí.

Dicho lo dicho, no olvide que cualquier tiempo pasado fue peor, mucho peor. Si puede ¡viaje al optimismo!, que diría Eduardo Punset.