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El embrujo de la feminidad> Ramiro Cuende Tascón

¿Un baño de mar? ¿Existen las sirenas? Yo tengo la mía. ¿Qué toca? ¿Leer, reír, mirar, desandar…? Vamos a leer más y mejor; sale a cuenta y despeja. Quizá se diluyan los grumos que saetean nuestros cerebros en estos convulsos y pérfidos tiempos.

Me conmueve la práctica de la igualdad entre los sexos, así como las diversas formas de relación entre éstos. Hace unos días escuché a una investigadora, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, decir que las relaciones entre el hombre y la mujer en el cuaternario eran mas igualitarias que las actuales. No me extraña. La película de Charles Crichton La batalla de los sexos, con Peter Sellers a la cabeza, me divierte hasta el desternille; se las recomiendo. 

Llega agosto otra vez, vacaciones. He de decirles que me apasiona leer. Es más, la pasión por la lectura de libros escritos por mujeres me pone. Los libros merodean por la mesa de noche, acariciados por la lámpara que vive sobre ella, la que cuida de mis libros. Las mujeres se bañan en la literatura como pez en el agua. Lo aprendí leyendo a Gustavo Martín Garzo. Se me ocurre proponer como actividad estival leer libros escritos por sirenas; un paseo por la literatura universal de la mano de mis autoras preferidas. Todo cuanto considero esencial: las preguntas decisivas acerca de la humanidad, del mundo, del amor, la muerte, el destino y tantas cuestiones pendientes están en sus libros.

En sus obras se resume la literatura; bastarían sus libros para vivir toda la literatura. En Isak Dinesen, está Cervantes, también Las mil y una noches. En su libro Lejos de África, nos cuenta que África no la defraudó. Poseída por la pasión -y la necesidad- de Sherezade, nos cuenta un cuento que se prolonga a lo largo de páginas y páginas encantadas. El cuento de su vida en África y el cuento de la vida de los que la rodeaban -europeos o somalíes, kikuyus o masais-. En Flannery O’Connor está Conrad, Shakespeare y Kafka, lo deforme y la culpa; en Carson McCullers, Faulkner y Homero; en Catherine Mansfield, Babel, Marcel Proust, Fitzgerald y los maravillosos cuentos de hadas; en Emily Brontë, Stendhal y Rulfo con su personal Comala; en Emily Dickinson, San Juan de la Cruz, Dante… Un ruego, lean, lean y lea; es sano y transporta. Me olvidaba: tenga cuidado porque hay demasiado funambulista suelto, usurpando y adueñándose de los espacios sociales. ¡Recuerde! Sería todo un detalle, todo un síntoma de urbanidad que no perdiesen siempre los mismos y que heredasen los desheredados. 

Como vamos a tener que hablar todos inglés y me temo que alemán, empiezo yo… If you don’t do it, you’ll never know what would have happened if you had done it. ¡Eh! No olvidar: el que aguante gana.