tribunales >

El Supremo confirma la condena al encargado de vestuario de la base de Tablada (Sevilla) por sustraer 55.500 euros

EUROPA PRESS | Madrid

La Sala Segunda de lo Penal del Tribunal Supremo ha confirmado la condena a cuatro años y seis meses de prisión a A.C.G. que, como encargado de vestuario de la base militar de Tablaba, en Sevilla, se apoderó de 55.521,63 euros producto de ventas realizadas en esta sección.

El alto tribunal confirma así la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que no admitió el recurso interpuesto por el acusado contra la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Sevilla después de que un jurado popular le considerase culpable de un delito continuado de falsedad en documento oficial y mercantil en concurso con un delito continuado de malversación de caudales públicos.

El Supremo no ha atendido a ninguno de los motivos del recurso interpuesto por el que fuera jefe de vestuario de la base militar y rechaza que éste estuviera en una situación de indefensión por la supuesta no inclusión en el proceso judicial de hechos que le eran favorables o porque no se admitiera una denuncia por falso testimonio contra dos de los testigos que declararon en su contra.

Así, el TS respalda la sentencia de la Audiencia Provincial sevillana que relató que, como encargado en el Negociado de Vestuario, el acusado tenía entre sus funciones las de vender las prendas y el material de vestuario, cobrar el dinero en metálico, custodiar la caja fuerte, hacer las anotaciones contables en el sistema informático e ingresar en el banco las cantidades cobradas.

Sin embargo, entre 1998 y abril de 2005 “se apoderó de 55.521,63 euros producto de ventas realizadas en esta sección, que hizo suyas para su beneficio personal”.

El acusado se hizo con ese dinero porque, en unas ocasiones, se quedaba directamente con lo que recibía de las ventas sin hacer ningún apunte contable y, en otras, “manipulaba el sistema” para reflejar que en lugar de una venta normal era una entrega de material asignado a personal militar que no precisaban la entrega de dinero.

El jefe de vestuario utilizó, además, otras fórmulas para el engaño, como hacer constar que se vendía una prenda de importe inferior a la realmente vendida para quedarse con la diferencia de precio o reflejar que la prenda era devuelta, “no siendo realmente así, quedándose con el metálico recibido”.