BIENMESABE>

Incendio e información> Miguel L. Tejera Jordán

Cuando las autoridades encargadas de informar de la evolución de los incendios de Tenerife convocan una rueda de prensa para las ocho de la mañana, o para las ocho de la tarde, dichas ruedas informativas deben iniciarse exactamente en el horario indicado. Y no diez o veinte minutos después. No por capricho de los cámaras de televisión, o de los reporteros de las emisoras de radio, sino por exigencias de una opinión pública que está pegada a los medios para conocer lo que pasa y, por tanto, una ciudadanía expectante y preocupada, a la que no se puede hacer esperar.

Por tanto, cuando el consejero señor González Ortiz y el presidente Ricardo Melchior quisieron mostrar sus respectivos morros ante la pequeña pantalla, debieron sentarse ante la mesa de los micrófonos con cinco minutos de antelación a la hora exacta en que debía iniciarse la comparecencia. Respetando estrictamente la puntualidad, porque respetando la puntualidad, se respeta también a la ciudadanía…

Y cuando se comienza una rueda de prensa para informar de los incendios – que no son un concurso del carnaval- se debe iniciar el proceso por resumir, de forma sucinta y comprensible para la audiencia, todo lo que informativamente tenga interés público para los oyentes y los espectadores, sin irse por las ramas, ni detenerse en cuestiones, que siendo de relativa importancia, pueden esperar a después. Lo que quiero decir es que, cuando las citadas autoridades tienen algo que decir, algo importante y crucial, no vale que mareen la perdiz resaltando el esfuerzo y el valor de quienes luchan contra el fuego. Porque ello se da por sentado. La lista de méritos puede y debe esperar al final. Lo que la gente quiere saber en cada comparecencia es dónde está el fuego, cuánto abarca, hacia dónde avanza, qué viento lo impulsa, o qué carencia del mismo lo detiene. Lo que oyentes y televidentes quieren saber es si ha habido daños personales, si se conoce al menos un avance de los materiales; qué previsiones atmosféricas nos aguardan para las próximas horas y si los esfuerzos realizados se han materializado en objetivos concretos o, por el contrario, la naturaleza ha podido más que los hombres en su lucha contra la extensión de las llamas. No quiero ser ácido, ni desabrido, con quienes, sin género de dudas, han pasado muchas horas de trabajo y mucho sueño, coordinando los trabajos para pelear contra la catástrofe medioambiental que nos ha visitado de nuevo. Mis respetos para el consejero y para el presidente. Reconozco y agradezco sus esfuerzos. Pero quiero que entiendan que la gente sabe que ninguno de los dos está a pie de fuego combatiéndolo con una manguera o un pico y una pala. La misma gente sabe que están en centros avanzados, generalmente móviles, manejando una información privilegiada, de cuyo buen o mal uso dependerá el éxito o el fracaso de toda la operación. Y los rostros de la responsabilidad pública tienen que estar donde tienen que estar (las ruedas de prensa convocadas por ellos mismos) respetando hasta la saciedad -con una exquisita puntualidad británica si se quiere- el segundo exacto en que se abrirán las cámaras en directo y los micrófonos de las emisoras, para informar a la población. Es un buen consejo.

Otro día hablaré de las ocurrencias de la televisión canaria…, que dicen que es la nuestra, aunque yo no la considero mía…