opinión>

La Virgen de Candelaria y el Tagoror> Fray Alexis González de León*

Según cuentan las crónicas del hallazgo de la Virgen de Candelaria -tanto las recogidas por Fray Alonso de Espinosa y las anotadas por Núñez de la Peña- una mujer extranjera, desconocida, con un niño en una mano, y una vela en la otra, fue un motivo para que el Mencey de Güímar convocara una asamblea de los lugareños denominado Tagoror: donde el Mencey hacía su consulta y recibía el parecer de su Consejo. En realidad, según Núñez de la Peña, era en la puerta de su casa; y fue motivo también para que se le hiciera partícipe al Mencey de Taoro, pues entendía que era un bien para todos.

La imagen hallada permanecía de pie, en el paso que debían recorrer aquellos guanches, que pretendían acercar su ganado hacia los pastos. Tardaron un tiempo en caer en la cuenta que en la Virgen de Candelaria se hallaba el Sendero de los Pastos que aquellos hombres debían alcanzar. En realidad, lo mostraba asido entre sus manos. La Virgen de Candelaria ofrecía a aquel pueblo de antaño, una comida y un alimento diferente. Un alimento, no para el ganado, sino para el pueblo. Ofrecía el conocer la Luz de aquel Niño, que terminó siendo conocido como Jesús de Nazaret, quien en la Eucaristía, Sacramento central de nuestra fe, se ofrece como pan partido y repartido, y en otra forma de comprender el Tagoror, el motivo de la asamblea de la fe. El Cristo de la Fe, Mencey de nuestra identidad canaria, ofrecía al Tagoror de los menceyes una transformación: convertirse en una asamblea de creyentes a la luz de Dios.

Todo proceso de transformación se origina por una crisis que conmociona la cultura, la sociedad y los estilos de vida que, hasta entonces, se han adoptado en tradición y costumbre. Pero los tiempos cambian. Ahora vivimos unos tiempos difíciles y, después de 620 años de su hallazgo, la Virgen de Candelaria nos continúa haciendo la misma invitación de transformación: “No me hagas extranjera”, “no me hagas ademanes para que me quite del paso de los pastos”. “Permíteme indicarte otro alimento. Permíteme indicarte una luz nueva que aliente tu paso al caminar”.

Hace 478 años que los Frailes Dominicos asumieron el cuidado de esta imagen hallada por los guanches. Hace 90 que nos permitieron custodiarla hasta la actualidad, tras la desamortización. Una historia que tiene su peso. Donde el silencio de esta divina extranjera y la voz de los predicadores de esta historia han mostrado una forma de creer y acercarse a Dios con aspecto de ternura. Alimentos: somos conscientes de que todos los necesitamos; sin embargo, un alimento solidario ofrecido con ternura, con una cálida voz que sobrecoja nuestros corazones, será posible si estás dispuesto a compartirlo con la misma ternura que la fe nos despierta. Comparto mi pan y lo que pueda de mi vida, para que la humanidad canaria refleje un rostro, donde la alegría se logre esbozando sonrisas agradecidas por nuestra solidaridad, con los más desfavorecidos. Generemos nuevos motivos con María de Candelaria, para escuchar en nuestro tagoror interior los consejos y la sabiduría que nacen de la caridad expresada con fe y con ternura. Que la fe nos ayude en la fiesta de la solidaridad y la fe, expresada con forma de pan compartido y repartido en los nuevos tagorores de nuestra historia actual.

*Prior-Rector de la Basílica de Candelaria