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Las medidas injustas e inútiles del Partido Popular> Fernando Clavijo Batlle

Los ciudadanos de este Estado maltratado por su Gobierno ya sabíamos que el pasado miércoles iba a ser un miércoles negro. El PP, en su absurda y enloquecida estrategia de comunicación, había dejado caer en boca de sus ministros y en distintos foros que todo podría ir a peor. Y así ha sido. Los presupuestos de 2013 no traerán más que malas noticias para el ciudadano medio, para el trabajador, para el autónomo, para el que cotiza, para el que se ha quedado sin trabajo, para el dependiente, para quien necesita ayuda social, para la función pública, para los Ayuntamientos. En suma, para todos aquellos que, durante esta crisis, venimos sosteniendo el país para que no se termine de venir abajo a golpe de desgobierno.

Suben los impuestos, una vez más, pasando el IVA del 18% al 21%. A cambio de ello bajan las cotizaciones sociales, “una tradicional recomendación internacional a España”, dice la prensa. Como si todo lo que hace España no fuera seguir a pie juntillas unas recomendaciones que no vienen acompañadas de políticas de estímulo y de crecimiento. Porque, además, suprimen bonificaciones a la contratación, de modo que no hacen sino entorpecer el avance del país, la creación de puestos de trabajo, el consumo de quienes aún tienen una mínima capacidad de consumir…

Pero, probablemente, lo más mezquino, lo más antisocial y vergonzoso que está haciendo el Partido Popular, quitándose de una vez por todas la careta, es el acoso a la parte más débil de esta sociedad, con la reducción brutal de las ayudas a la dependencia y a las prestaciones de desempleo, que, según Rajoy, mantendrán el importe actual durante los primeros seis meses y, a partir de ese momento, “para animar la búsqueda activa de trabajo”, la verán mermada.

El Gobierno del PP finge que sus manos están atadas porque así es más cómodo”

Cuando uno escucha esas cosas, cuando uno, que es alcalde de un municipio en una Isla que queda cada vez más lejos de Madrid, tiene que ver la cara de desesperación de las familias, de los padres y madres que están en paro, que se ahogan, que no llegan, solo puede pensar, escuchando a Rajoy, dos cosas: o cree que los ciudadanos son tontos o le da igual, efectivamente, que el Estado desaparezca. Decir a los parados que quitándoles prestaciones los “anima” a buscar un empleo que no existe, que no se han ocupado de crear, es lo más cínico que se ha oído en el Congreso en mucho tiempo. Decir que va a reducirles ayudas para que busquen trabajo y, a continuación, reconocer que en España no se va a crecer ni a crear empleo en los próximos años no es solo una burla: es indigno de un gobernante que se debe a todos los ciudadanos. No a los bancos, no a los poderosos, ni a Europa, ni siquiera a los que le votaron. A todos y cada uno de los ciudadanos.

Quedan más perlas que irá desgranando poco a poco, porque tampoco la comparecencia de Rajoy ha aclarado los detalles de cómo va a hacer el resto de las cosas. Presumiblemente mal, muy mal. Queda ahondar, aún más, en esa revisión integral de la función pública, cuya responsabilidad deja en manos de las Comunidades Autónomas, a las que obligará a subir sus impuestos y a recortar más sus gastos a cambio del apoyo del Estado.

El Gobierno finge que sus manos están atadas porque así es más cómodo. El Gobierno no gobierna, recorta. No gestiona, oprime. No pacta, ahoga. Aplica la ley del embudo y el doble rasero. Permisivo con los suyos, con sus Comunidades Autónomas, las que han mentido en el déficit y despilfarrado a niveles de locura como Valencia o Madrid. Restrictivo e insolidario con quienes, como Canarias, cumplimos y aportamos mucho más de lo que jamás, a lo largo de la historia de la Autonomía, se nos ha devuelto.

Europa dice sit y el Gobierno se sienta. Porque ha asumido una deuda para costear los agujeros en los bancos; y la cobardía, la injusticia más absoluta es hacer pagar a los ciudadanos esos desmanes que se han permitido sistemáticamente durante años. Nos obligan a los Ayuntamientos a reducir, a quitar, a recortar. Nos obligan a decirles a nuestros convecinos que no podemos atenderlos como merecen; pero son incapaces de tomar ejemplo de quienes cada día nos levantamos a trabajar pensando cómo activar nuestra economía local, cómo ayudar a los ciudadanos en riesgo social, cómo salir adelante, con ilusión, a pesar de todo…

Cuando íbamos a entrar en el euro el Gobierno central del PP acuñó la famosa frase de “hay que apretarse el cinturón”. Nos lo apretamos. Ahora que estamos al borde de salir de él, el Gobierno del PP ni siquiera nos deja elección: nos ha puesto, directamente, la soga al cuello. Y, a cambio, no se plantea, siquiera, dejar un resquicio para la esperanza.

*Alcalde de San Cristóbal de La Laguna