La última (columna) > Jorge Bethencourt

Que empiecen ellos > Jorge Bethencourt

Se gastaron cientos de miles de euros en arreglar despachos. Se gastan sin pestañear ochenta mil euros en el cuadro de un expresidente del Senado, del Congreso o de exministros. Se han pulido el año pasado 3.000 millones de euros en proyectos de cooperación y desarrollo del tipo estudio para la perspectiva de género en la cultura de Bora-Bora o análisis de la influencia de la música medieval española en las canciones populares de Vietnam. Se han gastado 7.500 millones de euros el año pasado en inútiles cursos de formación para los más de cinco millones de parados, que son una vía para financiar organizaciones sindicales, patronales y empresas. Han invertido casi mil millones de euros en subvencionar a la irresponsable partitocracia reinante. Hay 4.000 empresas públicas por todo el país que deben ya más de 52.000 millones de euros, además de la pasta que se gastan cada año. Tenemos 450.000 cargos públicos (ya sé, ya sé que la cifra no es muy rigurosa, y otros hablan más de 200.000 pero es irónico que sepamos el número exacto de parados y sea un secreto el de los cargos nombrados tras cada elección) el doble de los alemanes que tienen el doble de habitantes que nosotros. Las autonomías tienen casi 200 embajadas en el exterior. Se han construido aeropuertos en los que no aterrizan aviones. Los bancos han perdonado deudas multimillonarias a los grandes partidos políticos. Jueces, presidentes, alcaldes, concejales y rectores aparecen enredados entre langostas, viajes, cursos y favores cruzados. La hostia.

Entiendo perfectamente que Mariano Rajoy no tenga otro camino que majarnos vivos. Que haya subido el IRPF, que vaya a subir el IVA, que nos suban los combustibles, el transporte y los estudios; que nos cobren por las medicinas, nos vayan a cobrar por la sanidad y que dentro de no mucho nos rebajen el dinero de las pensiones (aunque es nuestro dinero, ellos manejan como si fuera suyo). Lo entiendo y mira que ya cuesta. Lo que no puedo entender es que antes de pedirnos que nos desangremos vivos, de asaltarnos una y otra vez el bolsillo, sean tan cobardes de no aplicarle la misma medicina a ese otro país de elegidos, enchufados, seleccionados, colocados o designados. Ese país que hasta ayer mismo ha sido inmune a los efectos de la crisis. Ese otro país que vive de este. Que se carga sobre las espaldas de este. Ese otro país que dice servirnos cuando a la postre, retirada la careta por la crisis, se sirve de todos hasta llevarnos a la tumba.

Twitter@JLBethencourt