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Tormenta de espadas> Jorge Bethencourt

La pírrica victoria del sector oficialista en el congreso nacional de Coalición Canaria ha sido como el mecanismo de activación eruptiva. En el nacionalismo canario se ha creado una profunda sima. Rivero, para ganar, se ha valido de un un partido virtual. De la cuota de representación orgánica que tiene un inexistente (electoralmente hablando) partido de Gran Canaria cuyos militantes fueron el factor decisivo en su elección. Pero existe otro partido real, el que tiene el granero de los votos en Tenerife y La Palma, que empieza a preguntarse si merece la pena acompañar al presidente en un peligroso viaje hacia ninguna parte.

Porque consideran que el Gobierno lo está haciendo francamente mal en algunas cosas. Mal, en un discurso irreal sobre la situación de emergencia hacia la que navega Canarias. Mal, en sus relaciones tormentosas y atrabancadas con el gobierno central y los medios de comunicación. Mal, gestionando con torpeza los devastadores efectos del recorte presupuestario de Madrid. Mal, porque cierra los ojos al fracaso estrepitoso de una economía y una fiscalidad que ha conducido a nuestras Islas a una crisis donde nos cogió la otra del ladrillo. No es fácil gobernar desde la escasez y la miseria presupuestaria. Pero es mucho peor si lo empeoras. Los que tienen los votos en Tenerife empiezan a oler a cuerno quemado. Rivero maneja como nadie los mecanismos de partido, los apoyos que permiten ganar un congreso. Pero los partidos son sólo una abstracción. Y los aparatos de poder tienen muy poco que ver con los liderazgos que despiertan la simpatía de la gente.

Hay alcaldes y presidentes de cabildos que empiezan a recordar con nostalgia aquel modelo de construir Canarias desde las Islas. El nacionalismo de CC ha soslayado peligrosamente la identidad insular. El pulso por ganar el congreso en nuestra Isla puede convertirse en el camino hacia ninguna parte. Porque si ganan quienes no están de acuerdo con el aparato de Rivero, malo para el presidente. Pero si gana su equipo, que se ha activado para repetir aquí una victoria desde el aparato, el resultado puede ser aún peor. Porque hay políticos con votos que no aceptarán resignadamente la eutanasia que ha practicado el aparato con los díscolos. Porque no quieren acompañar al despeñadero a un equipo que ha unido el destino de Coalición al de un Gobierno condenado al desgaste y la incineración. Tener el poder del partido no es tener el poder de los votos. Y viceversa. Tenerife, para los nacionalistas y socialistas, se está volviendo un volcán. Y el magma siempre acaba saliendo.

Twitter@JLBethencourt