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Un alumno amenazó con matar a Torres Baena si también abusaba de su hija

EUROPA PRESS | Las Palmas de Gran Canaria

El testigo identificado con el número 60 amenazó con matar al principal acusado del caso Kárate si se repetían con su hija los abusos sexuales de los que fue él objeto desde los 12 años por parte de los acusados, ha afirmado hoy en la Audiencia de Las Palmas.

Según este testigo, su hija, fruto de una relación con una persona muy allegada al principal acusado, nunca tuvo su consentimiento para ir a Vargas, aunque sabe que estuvo en una ocasión pero sin su autorización.

En esta última sesión del juicio, que continuará a partir del 10 de septiembre y en la que también han declarado otras cuatro personas, el testigo número 60 ha dicho que aún tiene miedo de lo que le pueda pasar a su hija, la testigo número 90, a la que tuvo a la edad de 20 años fruto de la relación que mantenía con la familiar del acusado cuando tenía ella 16 años.

Esa relación no le hizo “mucha ilusión” a Torres Baena, según ha señalado el testigo, que ha manifestado que su primera experiencia sexual fue a los 12 años con su monitor de kárate, el acusado Juan Luis Benítez, quien le aseguró que los “tres placeres máximos de la vida eran masturbarse, que le masturbaran y hacer el amor”.

El testigo número 60 ha relatado que a los pocos meses de las tres relaciones sexuales que tuvo con el acusado Juan Luis Benítez, mantuvo relaciones en el chalé de Vargas con Torres Baena, al que llegó a “querer con locura, más que a sus propios padres”, que son “espectaculares” y nunca le han “fallado”.

Así mismo, ha contado que mantuvo relaciones con la mayoría de las chicas que iban a Vargas, incluso con aquellas que no le gustaban, como ocurrió en el caso de la acusada Ivonne González cuando ella tenía 16 años, según la defensa, cuestión que el testigo no ha podido corroborar porque no recordaba.

En la sesión de hoy, el testigo número 48, que empezó a ir a clases de kárate en el gimnasio de Torres Baena a los 4 años, ha indicado que entre los 11 y los 13 tuvo su primera relación con la acusada Ivonne González, y que poco después se repitieron con la procesada María José González.

En total pudo mantener con ambas dos o tres encuentros sexuales, si bien recuerda que en dos de las ocasiones que estuvo con María José se incorporó el principal acusado, que le penetró en dos ocasiones, hechos que no fue capaz de revelar hasta la segunda vez que declaró ante el juzgado de instrucción por la vergüenza que sentía.

El testigo 48, que es hermano de otro testigo, el número 72, ha señalado que los acusados le decían que era “un privilegio tener ese tipo de actos siendo un niño”.

Las otras tres testigos que han declarado han manifestado que no fueron penetradas por los acusados, si bien todas ellas fueron objeto de tocamientos y de “continuos abusos” en el caso de la número 46, quien ha relatado que el gimnasio llegó a ser un “infierno” para ella desde los 15 y los 19 años.

Esta testigo ha explicado que comenzó a aprender kárate en el colegio a los 3 años y que a los 9 años, por recomendación del acusado Juan Luis Benítez a sus padres, fue al gimnasio de Torres Baena, donde le llamó la atención que un grupo de alumnos se saludara con besos en la boca.

Según esta testigo, cuando tenía entre 12 o 13 años, quedó con varios amigos en el gimnasio para ir al cine, pero se encontró solo a la acusada María José González, quien se desnudó, se masturbó, le invitó a participar y le explicó cómo debía proceder con los chicos, lo que la dejó “bloqueada”.

A partir de entonces, ha asegurado que comenzaron los acosos, que tuvo que aguantar para proteger a su hermana pequeña, que también acudía al gimnasio, y que cesaron cuando le diagnosticaron una anemia a esta última y ambas dejaron de asistir al centro deportivo.

Entre los distintos hechos que ha relatado, ha explicado que cuando asistió a un clinic de fútbol un verano, el acusado Torres Baena le llamó a su habitación para mantener relaciones con ella, a lo que se negó y provocó un gran enfado en el acusado que la insultó y gritó como nunca nadie antes había hecho y la llamó “su putita”.

Desde que se iniciara el pasado mes de mayo el juicio, considerado el mayor proceso por pederastia que se juzga en España, han declarado ante la Audiencia de Las Palmas 48 testigos.