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Un recuerdo merecido a la Gesta olvidada

Castillo de San Juan. | DA

JOSÉ E. GARCÍA | Santa Cruz de Tenerife

A finales de julio de 1797, cada rincón de Santa Cruz de Santiago de Tenerife fue protagonista de uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia de España. La valentía de los tinerfeños, la sabiduría del general Gutiérrez y la fuerza de la naturaleza se aliaron para defender al que por entonces era un barrio con casas de madera dependiente de La Laguna. El poderío abrumador del contralmirante británico Nelson y su flota de navíos tripulada por más de 3.000 hombres experimentados, fueron derrotados por un pequeño contingente militar local compuesto por milicias, paisanos y solo los 300 hombres de guerra que formaban el Batallón de Infantería de Canarias.

Fue el único borrón en el impecable historial bélico de Nelson. Toda una Gesta ocurrida el 25 de julio de 1797, festividad del Apóstol Santiago y que desde ese día se convirtió en compatrono de la ciudad, junto con la Santa Cruz. Además, el éxito de la localidad portuaria en esta confrontación armada supuso el paso definitivo para ser nombrada capital de la provincia de Canarias, en 1833. Cualquier pueblo del mundo, hasta el más recóndito, alzaría la cabeza y presumiría de una victoria de tal calibre. La caricatura de Nelson con el brazo roto, el cañón Tigre y la figura del general Gutiérrez coparían las portadas de los libros de historia en sus colegios. Sin embargo, Tenerife no es así. El pueblo canario ha dejado caer en el olvido el momento en el que escogió seguir siendo español.

Para paliar esta ignorancia, la Tertulia Amigos del 25 de Julio, formada por historiadores e investigadores especializados en la historia y la cultura de las Islas, nació en 1995 con el objetivo de invitar al pueblo canario a subirse en una máquina del tiempo y descubrir los hechos sucedidos en nuestra tierra en una pasado no muy lejano. Acontecimientos que, por desgracia, solo forman parte de la memoria de unos pocos. Con motivo de la conmemoración del 215 aniversario de la Gesta del 25 de julio de 1797, los miembros de la Tertulia, con el apoyo de las autoridades públicas y privadas, han decidido centrar este años la programación de las actividades en San Andrés.

Emilio Abad Ripoll, presidente de la Tertuia Amigos del 25 de julio. | FRAN PALLERO

A pesar de no ser un escenario activo de la batalla, el pueblo pesquero tuvo una trascendencia singular y poco menos que curiosa en la Gesta. Una campesina que venía a vender sus frutos a la recova santacrucera y el atalayero Domingo Izquierdo, ambos de San Andrés, fueron los primeros en dar la voz de alarma al divisar la flota de Nelson en la oscuridad de la madrugada del 22 de julio. Finalizada la lucha tras la firma de la capitulación, las mareas derivaron a la mermada escuadra británica hacia las proximidades de San Andrés. Desconocedores de la rendición de Nelson, los barcos se pusieron a tiro y la batería situada en el Castillo disparó sin compasión. Tal fue la rapidez de los fogonazos que uno de los cañones reventó y le quitó la vida a Vicente Talavera, veterano de artillería, carpintero de profesión, grancanario de nacimiento y última víctima del combate. Por tanto, San Andrés , tuvo un papel digno de destacar en el desarrollo de la Gesta, puesto que sus gentes fueron las primeras en dar la bienvenida a la flota británica y las últimas en despedirla de forma poco ortodoxa.

Por todo esto, la Tertulia ha decidido trasladarse a San Andrés para rellenar el vacío cultural de sus lugareños y otorgar al pueblo pesquero la posición privilegiada que merece dentro de la historia de Canarias por su participación en la Gesta. Otra acción más llevada a cabo por los miembros de la Tertulia, en su incesante intento de demostrar que en la Gesta intervino gente de toda la Isla y no solo de la capital santacrucera.

Programación

Los actos previstos este años se celebrarán los días 20, 21 y 24 de julio en el pueblo costero. El viernes 20, a las 20.00 horas, Jesús Vllanueva, autor de la novela El fuego de Bronce, dará una conferencia en la Sociedad del Club Deportivo San Andrés sobre los acontecimientos relacionados con la Gesta, haciendo especial hincapié en la actuación del barrio costero. Un día más tarde, a las 19.00, se oficiará una misa en la Iglesia parroquial, cantada por la agrupación Paiba.

La Tertulia, con el apoyo de la Autoridad Portuaria, va a levantar una serie de hitos formados por piedras del antiguo muelle y una placa explicativa en los lugares donde existieron castillos, fuertes y baterías que actuaron contra Nelson y sus tropas. El primero en inaugurarse será el del Castillo de San Andrés, el martes 24 de julio a las 20.30 horas. En el acto estará presente el alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, y durante el descubrimiento del hito, Paiba interpretará una versión del Castillo de San Andrés. Por último, esa misma noche, se procederá a un acto de homenaje y recuerdo a los caídos de la Gesta, con mención especial al artillero Vicente Talavera, último fallecido en la batalla. En un lugar cercano al mar, el Teniente General Jefe del Mando de Canarias pronunciará unas palabras y un cornetín militar interpretará el Toque de Oración. Posteriormente, el Alcalde y el Teniente General arrojarán una corona de laurel al mar.

[apunte]El agua se lo llevó

Los cañones de Nelson nunca llegaron a alcanzar al Castillo de San Andrés. Aunque lo pueda parecer, la destrucción de sus muros no es causa de una ofensiva enemiga. Situado en la confluencia de los barrancos de El Cercado y Las Huertas, las constantes riadas que ha tenido que soportar a lo largo de sus más de 300 años de existencia han terminado por llevarse por delante gran parte de su estructura. Símbolo del pueblo pesquero por excelencia, la historia que esconden sus paredes es desconocida por muchos y admirada por pocos. En 1949 fue declarado Patrimonio Histórico Español y en 1999, Bien de Interés Cultural de Canarias. Tras repeler el ataque de piratas durante tres siglos, en 1924 de calificó como inadecuado para los usos del Ejército pasando a manos del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife dos años más tarde. Sin duda, la Torre de San Andrés es uno de los monumentos más atractivos de la capital.[/apunte]

Un pueblo sin memoria es como un cuerpo sin alma. Emilio Abad Ripoll, presidente de la Tertulia Amigos del 25 de julio, no sabe con seguridad si los habitantes de San Andrés conocen los secretos que se desprenden de los cimientos derruidos de su Castillo, pero sí es rotundo al afirmar que, en los tiempos que corren, lo que se estudia de nuestros antepasados es “nada y nada”. “La historia es como una chica, no te puedes enamorar de ella hasta que no la conoces. No se puede querer lo que ignoramos y la historia es el gran desconocido”, comenta.

De la Gesta del 25 de julio de 1797 se podría hacer una enciclopedia. Tomos y tomos para explicar el transcurso de la batalla, las agallas de los habitantes de la Isla, los conocimientos de Gutiérrez, el egocentrismo y la imprudencia de Nelson y la diosa fortuna como apoyo inesperado. Para cualquier canario, conocer las profundidades de la Gesta debe ser un honor, no una obligación, pero estar facultado para hablar de ella sí constituye un deber, en muchas ocasiones, olvidado.

Castillo de San Cristóbal. | DA

Adiós a la sorpresa

Napoleón decía que, además de generales con capacidades y carisma, quería capitanes con suerte. Tanto Gutiérrez como Nelson gozaban de lo primero. Sin embargo, en una lucha entre dos contendientes, la suerte nunca juega a favor de ambos bandos. Y durante la batalla contra la flota británica, la cara de la moneda cayó del lado canario. Nelson pretendía conquistar Tenerife sin apenas esfuerzo. Su plan de ataque estaba basado en el factor sorpresa: desembarcar en Valleseco la madrugada del 22 de julio, tomar las alturas de la plaza de la Pila (actual plaza de La Candelaria), envolviendo a la ciudad por la espalda para lograr su rendición. Sin embargo, la primera idea de Nelson para tomar la Isla se fue al traste. Una agreste (campesina) que venía de San Andrés para vender sus productos en la localidad portuaria, se percató de la inquietante aparición de los buques y botes británicos que se dirigían a la costa y al pasar por el Castillo de Paso Alto, alertó a los centinelas.

“Paso Alto era un punto fundamental de la defensa porque para poder acercarse a la ciudad, todos los barcos tenían que navegar en aguas cercanas al Castillo”, afirma Ripoll. Además, Domingo Izquierdo, el vigilante situado en una atalaya de la Avenida de Anaga, también avistó la flota británica. Por si fuera poco, las corrientes marinas y los vientos no dejaron a las lanchas aproximarse lo suficiente a la costa para tomar tierra. Todos estos contratiempos anularon el factor sorpresa buscado por Nelson que se vio obligado a replantear su estrategia.

La experiencia de Gutiérrez

Si Canarias tiene que agradecer a alguien no ser una colonia inglesa en el Atlántico, ese es el general Gutiérrez. “Era un hombre muy fogueado y con mucha experiencia. Ya había vencido a los ingleses en las Islas Malvinas”, señala Ripoll. Cuando se declara la guerra entre España e Inglaterra, en 1796, Gutiérrez aplica los planes de defensa de la Isla que había preparado tres años antes con motivo de la amenaza francesa.

A las nueve de la mañana del 22 de julio, Nelson vuelve al ataque. Tres fragatas fondean en la proximidades de Valleseco pero, de nuevo, las mareas impiden que puedan bombardear con libertad el Castillo de Paso Alto. Los cañones no alcanzaban. En El Bufadero, los ingleses desembarcaron con la idea de tomar La Altura en un nuevo intento de sorprender a las defensas locales por la espalda. Gutiérrez, sabedor del propósito inglés, mandó inmediatamente un contingente a La Altura. Los ingleses no se atrevieron a acceder a La Altura y optaron por ascender a la montaña de La Jurada, ubicada justo enfrente.

Bajo un calor agobiante, ingleses y españoles se fijaron los unos a los otros aunque los disparos no llegaban de una cima a otra. Sin embargo, los canarios contaban con una gran ventaja. Las señoras del pueblo subían a suministrar agua y víveres a los nuestros, mientras que los ingleses eran presa del sofoco y sus cantimploras solo estaban repletas de ron y vino. “Dos ingleses fueron abatidos en Valleseco porque bajaron a buscar uvas”, comenta Ripoll. Los ingleses tuvieron que dar marcha atrás y reembarcar en la noche del 23 de julio. El segundo intento de Nelson también había fracasado.

Sobrepasado por las circunstancias, el contralmirante decide en la noche del 24 de julio atacar frontalmente Santa Cruz y encabezar desde tierra a las fuerzas británicas que iban a desembarcar en el muelle capitalino. Las ansias de gloria le jugaron una mala pasada y Nelson nunca llegó a pisar suelo canario.

A la una de la madrugada del 25 de julio, las fragatas y lanchas británicas avanzaron silenciosamente hacia Santa Cruz. Pese a lo sigiloso de sus movimientosfueron detectadas y los canarios se pusieron en guardia. El caos se apoderó de la ciudad. Las condiciones meteorológicas volvieron a evitar que el pueblo santacrucero se pusiera a tiro de cañón inglés . “Ellos disponían de más de 390 cañones. Nosotros tan solo de 94. Si se hubieran podido acercar lo suficiente, Santa Cruz, pequeña y de madera, hubiera ardido por completo”, comenta Ripoll. El fuego de la artillería canaria, las mareas y la oscuridad de la noche provocaron que los botes ingleses encallaran contra las rocas, se hundieran o arribaran lejos del lugar previsto.

La batería de Santo Domingo del Castillo de San Cristóbal disparó hacia la playa del Muelle e hirió a Nelson, que perdió el brazo derecho. Además, la artillería española hundió al cúter Fox que traía armamento, municiones y más tropas. Tras unalarga noche de lucha, Gutiérrez ofreció a los ingleses la rendición y la firma de la capitulación, siempre y cuando se comprometieran a no atacar nunca al Archipiélago canario. Con el beneplácito de Nelson, a bordo del Theseus curando su maltrecho brazo, Samuel Hood y Gutiérrez firmaron el acuerdo y la batalla finalizó.

Gutiérrez, en un ejemplo de humanidad admirable, decretó que los ingleses fueran tratados en igualdad de condiciones en el hospital habilitado para subsanar las heridas de guerra.

Al partir, las mareas derivaron a la flota de Nelson hacia San Andrés, donde no había llegado la noticia del fin de la lucha. El teniente José Feo ordenó disparar los cañones del Castillo. Lo más llamativo es que dañaron el Theseus donde viajaba Nelson herido. Sin duda, debió pensar que vivía una pesadilla eterna. Un final atípico para la mayor Gesta de la historia de Canarias.

[apunte]Y además…

Milicias. Además del Batallón de Infantería de Canarias, los regimientos de milicias de Granadilla de Abona, Güimar, La Laguna, Garachico y La Orotava colaboraron en la victoria sobre Horacio Nelson.

Un largo camino. Ni carros, ni caballos, ni barcos. El único medio de transporte de los milicianos eran sus piernas. La mayoría venían descalzos. Al llegar a la plaza de la Pila, Gutiérrez encargó 100 pares de zapatos para calzarlos.

Número de bajas. Los canarios perdieron 24 efectivos, mientras que los ingleses lamentaron la pérdida de más de 300 soldados.

Muerte o gloria. “Mañana mi cabeza será coronada de cipreses o laureles”. Así rezaba la carta que Nelson envió a su jefe, el almiranteJervis, antes de ponerse a la cabeza de las tropas de desembarco.

La primera, en la frente. Antes de sufrir su única derrota, Nelson había sido ascendido a contralmirante.

¿Por qué Tenerife? La Isla era la única del Archipiélago defendida por un contingente militar. Si caía en manos británicas, las demás estarían bajo control de forma automática.

Coser y cantar. Meses antes del ataque, la flota inglesa se había llevado del puerto santacrucero la fragata Príncipe Fernando y la corbeta La Moutine sin apenas oposición. Esto hizo pensar a Nelson que conquistar Tenerife sería pan comido.

El invicto derrotado. Nelson es considerado como un dios en Inglaterra. Los documentos históricos ingleses hacen poca referencia a su derrota en Tenerife.[/apunte]