... y no es broma >

En pelota olímpica > Conrado Flores

Hace pocos días charlaba con una joven amiga sobre el deporte olímpico y sus orígenes en la antigua Grecia, allá por el siglo VIII a. C. Le llamó la atención de manera especial conocer que los antiguos atletas griegos competían completamente desnudos y con sus cuerpos untados en aceite de oliva. Para ellos era natural, ya que desde pequeños se entrenaban desnudos en el gimnasio, y además les permitía exhibir la extraordinaria belleza de sus cuerpos esculpidos por la práctica deportiva. De hecho, la propia palabra gimnasia proviene del griego gymnós, que significa “desnudez”.

En este momento de la conversación, mi amiga me dijo que era una pena que se hubiera perdido una tradición tan noble y antigua, y que de recuperarse, seguro que estaría mucho más atenta a las competiciones deportivas masculinas. Lamentablemente, le aclaré que en la Grecia antigua las mujeres no podían ni entrenarse, ni competir ni asistir a las pruebas. Las pocas que osaban pasar por alto esta prohibición se exponían a ser castigadas con extrema severidad. De este modo, ella me aclaró a mí que no le importaría ser castigada con extrema severidad después de ver a Usain Bolt correr los 100 metros en pelotas.

Como curiosidad, le hice saber que a los antiguos hombres griegos les fascinaba la anatomía masculina tanto o más que a ella. Y no sólo veían normal que un hombre adulto se sintiera atraído por un jovencito en el gimnasio, sino que la propia pederastia era una auténtica institución a nivel social, educativo e incluso militar. Ni que decir tiene que esta tradición ya no le gustó tanto.

Finalmente, ambos coincidimos en que cuando llega esta cita, todos seguimos con atención los deportes más singulares sin que nos importe demasiado la nacionalidad de los atletas. Aplazamos un par de semanas nuestras oraciones a los dioses del fútbol para adorar a los dioses olímpicos, unos deportistas mucho más sacrificados, con mucho mayor mérito y mucho peor pagados. Reímos y lloramos con ellos durante la competición y las audiencias de televisión demuestran que son el mayor espectáculo del mundo. Imagínate si fueran en pelotas.