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Prevención de incendios (II) > Sergio García de la Cruz

El año 2012 será otro año más a recordar en cuanto a incendios forestales se refiere. Nuevamente el fuego ha arrasado una parte importante del territorio español. Canarias también está teniendo su parte, pero, lo más triste es que los incendios se han cobrado vidas humanas. Ciertamente, en Canarias, a partir del año 2004, se ha producido un aumento considerable en el número de incendios, aunque si tuviéramos que centrarnos en un año nefasto, no cabe duda de que éste sería el año 2007.

En cuanto al análisis de las causas, hemos de decir que muchas están aún por determinar, quedando como causas desconocidas, por lo que podría ponerse sobre la mesa la falta de un equipo investigador. La investigación de los incendios forestales puede parecer una tarea desalentadora, pero es un proceso que produce resultados. La manera más rápida para reducir el origen de un fuego grande es encontrar a los testigos que vieron el fuego en sus primeras etapas, incluyendo a los bomberos que respondieron y a las personas que pasaban por allí.

Entre las causas conocidas las más importantes son las negligencias y los accidentes. Aquí habría que llamar la atención sobre las quemas prohibidas y descontroladas de rastrojos. Como para realizar este proceso es necesario contar con la autorización previa de los Cabildos correspondientes, sería conveniente que éstos ofrecieran más información al respecto y facilitaran el proceso. Una vez concedida la autorización, la quema debe realizarse en presencia de un agente de medio ambiente. Además, debe realizarse un cortafuego previo, de una anchura acorde a la quema y nunca menor de tres metros, alrededor de la zona, entre otras cosas.

Por supuesto, al hablar de estos temas, tampoco debemos olvidar la cantidad de incendios intencionados que se producen, algunos con fines personales propios, como puede ser la conservación de un trabajo relacionado con el sector, o un beneficio económico indirecto. Otras veces, aunque sea intencionado no nos encontramos ante un incendiario de este tipo, sino ante un pirómano. Éste tipo de patología suele presentarse desde muy temprana edad, comenzando primero por una curiosidad extrema ante el fuego, un carácter impulsivo y con deseos de iniciar incendios y, posteriormente, se produce un goce ante la presencia de fuego. Por ello, este tipo de personas permanece en el lugar en los primeros momentos, y, posteriormente no se retira tan lejos como para no apreciar su obra. En su primera fase de actuación se produce una excitación bastante notable. Tristemente, existe la figura del pirómano en serie, quien, muchas veces tendrá un gran interés por los sistemas de extinción, coincidente con sus periodos de crisis más acusados. Además, es posible que tenga problemas con el alcohol y antecedentes criminales y psiquiátricos.

Un detalle a tener en cuenta para poder prevenir los incendios forestales es la hora en la que se originan. En su mayoría, los fuegos se suelen producir en las horas de la mañana y durante los meses de julio y agosto, y en menor medida también en septiembre, siendo julio el mes más problemático. Yendo más allá se podría indicar que cuando los incendios están relacionados con motivos económicos, los días finales de mes tienen especial relevancia. El dispositivo de ignición está limitado a la imaginación del autor, aunque se comienzan a observar dispositivos de retardo.

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