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Sanos y educados > Luis Alemany

Resulta alarmante -al menos para uno- el angustioso desafío que le ha proferido Paulino Primero a Mariano Rajoy, de cerrar hospitales y centros docentes del Archipiélago si persiste su disparatada política de recortes económicos, contemplada desde múltiples perspectivas: la primera de las cuales es que la suma torpeza mental del presidente del Gobierno de este país no le permitirá desistir de su nefasta política económica restrictiva (que está llevando a España a la ruina absoluta: tal vez esté allí ya), con lo cual Paulino deberá mojarse el culo con respecto a su arrogante desafío, y obrar en consecuencia en un territorio sumamente resbaladizo, en el que no se sabe demasiado bien con quién se está enfrentando, si adopta tal decisión: ¿con Mariano Rajoy o con los dos millones de habitantes de esta comunidad autónoma que sufrirían inevitablemente las consecuencias de tal decisión? Tal vez en esto de las restricciones de servicios imprescindibles (como éstos aquí propuestos) deberían plantearse las diversas filosofías que las motivan, y cuyos análisis rebasarían -con mucho- la extensión y la profundidad de este texto; pese a lo cual no debería olvidarse la rotunda diferencia entre una huelga laboral convocada por los trabajadores, para enfrentarse reivindicativamente a los empresarios -desde cualquier perspectiva-, y una omisión de servicios administrativa -como ésta con la que Paulino amenaza- por muy comprensible que pueda resultar su motivación; porque no deberíamos olvidar que la administración pública no puede jamás hacer dejación de sus obligaciones, al precio que sea; aunque el precio sea no pagar los impuestos a los recaudadores nacionales.

Ha escrito uno en diversas ocasiones (y es alarmante que lo reitere tanto en los últimos meses: ¿por algo será?) que los gobiernos que desatienden la Sanidad, la Educación y la Cultura están llamados a desaparecer rápidamente: lo está -claro está- el de Rajoy, que tal vez no llegue al final de la legislatura; y lamentaría uno que la fragilidad ideológica -carencia más bien: más mal- de ATI (todos sabemos que CC no existe) hiciera incurrir a Paulino Primero en el mismo error, al que ingenuamente pretende enfrentarse: que proteste de otra manera, pero no así, porque sería muchísimo peor el remedio que la enfermedad.