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Un huerto a dos pasos del asfalto

LUIS F. FEBLES | La Orotava

Dejar la corbata en el armario o cambiar los zapatos de tacón por un calzado cómodo. A pocos metros donde el humo de los coches contamina el día a día de una ciudad, el campo reta al cosmopolitismo de la urbe y convierte espacios inertes en auténticas despensas donde las lechugas, los tomates y los pimientos pueblan un cromático paisaje de autogestión ecológica.

Con la intención volver a la cultura de nuestros antepasados aprovechando los recursos más próximos, nace en La Orotava el primer huerto ecológico municipal. Con más de cinco meses de funcionamiento, este huerto, situado en el Parque Doña Chana, tiene una extensión aproximada de 2.000 metros en la que más de 50 usuarios cultivan diferentes frutas y hortalizas en parcelas de entre 25 y 30 metros cuadrados.

Como si se tratara de auténticos agricultores, dedican largas horas a cuidar con pasión y esmero los múltiples cultivos que consumirán con la seguridad de saber de dónde vienen. Eso sí, los productos que se obtengan solo se podrán utilizar para el autoconsumo, quedando prohibida la venta. Como si de una comuna se tratase, se permite el intercambio entre los usuarios. Pensionistas, médicos, arquitectos y amas de casa acuden varios días en semana a “poner bonita su huertita” y valorar si las acelgas y los puerros pueden estar listos para un buen potaje.

Julio Salas cultiva con esmero las lechugas en su productiva parcela de tierra. | MOISÉS PÉREZ

Un buen ambiente

El ambiente que se respira es de cordialidad, alegría y compadreo. No obstante, hay que cumplir unas normas que todos acatan con rigurosidad máxima: el terreno adjudicado se debe destinar al cultivo de hortalizas y plantas aromáticas, por lo que se excluye la posibilidad de cultivar árboles, flores, arbustos, plantas degradantes del suelo y prohibidas por la ley. Esta aplaudida iniciativa del Ayuntamiento de La Orotava cuenta con una alta demanda, ya que el éxito conseguido con este ecológico proyecto está fuera de toda duda. Incluso, el Área de Medio Ambiente oferta más espacios ante el incremento de peticiones.

La zona agrícola se divide en parcelas unitarias y en zonas de cultivo comunes dedicadas al sembrado de frutas y hortalizas que necesiten una extensión mayor. Así, pepinos, sandías y calabazas cubren extensas parcelas de tierra sin invadir las familiares. Uno de los usuarios más asiduos, vecino de La Orotava y amante de los sanos regalos de la tierra, Julio Salas, cuenta con satisfacción el día a día de los nuevos y modernos agricultores urbanitas. “Desde que me enteré de la posibilidad de tener un terrenito en medio del pueblo para cultivar productos ecológicos no me lo pensé. Es fantástico y paso gran parte del tiempo en unas huertas que si no fuera por esto, no podría disfrutarlas; aquí se han alimentado muchas familias”. En su pequeña parcela, presume de la calidad de sus tomates, piñas, lechugas y pimientos. “La tierra está perfecta y es buena para todo. Vengo desde por la mañana y me puedo pasar aquí un par de horas; si hace calor me siento en la tajea, se está muy fresquito”, señala. Sobre los procedimiento del cultivo lo tiene claro: “Nada de productos químicos, solo mucha dedicación y cariño. De todas formas, nos dieron un curso que nos ha servido de mucho”.

Salas destaca que por “tan solo 50 euros al año se puede vivir una experiencia única para todas las edades y es una forma muy saludable de complementar la comida con seguridad”.
Una nueva moda para algunos. En cambio, para otros es otra forma de entender la vida y la alimentación saludable. La Orotava ha aunado con éxito una iniciativa que ha dado un giro de 180 grados en la concepción de ciudad-campo.