SOCIEDAD >

El viaje esférico

SARA PÉREZ | Santa Cruz de Tenerife

Se despertó una mañana con la certeza de que había llegado la hora. Vendió su casa, dejó el trabajo y tiró de los ahorros de toda una vida. Seis meses más tarde se despedía de su familia y amigos para cumplir su gran sueño: dar la vuelta al mundo. Tras 16 años ejerciendo como periodista y desafiando a una crisis económica que no daba tregua, en enero de 2011 César decidió ponerse en marcha con su proyecto. “Vendí mi coche, puse la casa en venta y tardé 20 días en conseguir un comprador”, comenta.

No en vano, reconoce que los meses antes de partir fueron los más duros de toda su aventura: “Dar ese paso tan grande que significa dejar tu trabajo, cambiar de vida, con todo lo que eso conlleva, no es tarea fácil”. Algo así como tirarse al vacío. Pero dicen que ‘quien no arriesga no gana’, y eso lo sabe bien el periodista.

El momento de comunicar su decisión no iba a ser menos delicado. Al hacerlo se encontró con dos tipos de personas. Por un lado, los que le tacharon de loco, con el clásico “cómo se te ocurre algo así”; y, por otro, los que le animaron, asegurándole que ellos “no se lo pensarían”. Resultó que los primeros coincidían con los que finalmente terminaron apostando por su idea, mientras que los segundos eran más o menos conocidos que no se lo pensarían, porque jamás harían una cosa así.

El siguiente paso era hacer números para financiar y rentabilizar la idea. “Tuve que buscar la manera de amortizar los costes de la mayor inversión de mi vida”, afirma. El resultado sería un producto televisivo relacionado con el tema de los viajes, donde asumiría como propios todos los costes de material y producción para posteriormente lanzarlo al mercado.

Las maletas

Pasaron seis meses hasta que el 19 de julio de 2011 despegó hacia Londres, su primer destino. Pensar en hacer las maletas para girar el mundo en casi 400 días puede llegar a dar dolor de cabeza. Y no es para menos. Se llevó una maleta pequeña con 10 mudas de ropa, y dos pares de zapatos; otra mediana con 14 kilos de material de trabajo, entre cámaras de vídeo y fotos, varios objetivos, un trípode y algunos discos duros; y una peculiar mochila que sería el talismán de su viaje. Sin embargo, el equipaje de ida no sería el mismo que el de vuelta, y no precisamente por los regalos y souvenirs. Todo lo contrario. “A los cinco meses de trayecto me di cuenta de que llevaba demasiadas cosas y reduje al mínimo las mudas de ropa”, añade. Lo mejor en estos casos es pasarse a la filosofía que predicaba un viajero australiano que conoció durante su periplo: “Equipaje ligero, corazón contento”. Y tanto, porque el presentador tinerfeño no perdió en ningún momento su equipaje y se libró de retrasos aéreos durante el recorrido.

El billete de vuelta al mundo incluía 18 saltos por los cinco continentes, con flexibilidad de horario siempre y cuando se completaran antes de un año. En cada uno de ellos, César podía elegir el periodo de estancia y moverse usando otros transportes locales. “Uno de esos saltos me llevó de Japón a Hong Kong, donde pasé dos meses para poder moverme por India, Tíbet, Filipinas y el sudeste asiático, con empresas regionales a precios mucho más asequibles”. Planificó su ruta aprovechando la llegada de las estaciones cálidas. “Viajaba siempre en verano, o al menos rozando la primavera y el otoño, pero no en invierno porque me limitaba en cuanto a ropa, a las horas de sol, y a no poder grabar al aire libre”. Una carrera a contrarreloj con el invierno, saltando de hemisferio en hemisferio. “Viajaba por el Hemisferio Norte en verano y otoño, y antes de que me alcanzara el invierno bajaba al Hemisferio Sur en busca de la primavera o el verano”. Aunque tuvo que resignarse en Patagonia o en Nueva Zelanda, donde el frío no perdona ni en verano.

Su plan de gastos era sencillo, con 50 euros de media al día, billetes de avión aparte, pensaba costearse los casi 400 días de aventura. Y aunque redujo de tres a dos las comidas diarias “las cuentas no cuadraron como tenía previsto”, confiesa, y el precio terminó encareciéndose. Pronto tuvo que pasarse a lo que él bautizó como la “ensalada vuelta al mundo”, hecha a base de tomates, cebolla y atún. El suyo no era un viaje de grandes lujos. Aunque defiende a capa y espada “que no es más viajero el que viaja con menos dinero”. Se trata de aceptar la idea de compartir habitación con 32 personas en un albergue en Singapur, o estar dispuesto a dormir en el maletero de un coche durante 15 días en caso de quedarte sin blanca.

“No necesitas ser un superhombre para dar la vuelta al mundo, pero si eres uno de esos viajeros que a los 15 días está deseando volver a casa, no estás preparado para esto”, asegura. Un viaje de esta envergadura, aparte de tiempo y dinero, pone a prueba la resistencia. “Imagina llevar 10 días ‘intentando descansar’ en nueve camas diferentes, que aún te queden otras nueve y seguir manteniendo la ilusión por el proyecto”. En Australia tocó pasar el fin de año. Como era temporada alta y el dinero escaseaba, no le quedó otra que dormir durante dos semanas en un Toyota Corolla, al tiempo que cruzaba el desierto. “Fue ahí donde tomé la decisión de reducir a dos las comidas diarias”. Un momento nada oportuno, teniendo en cuenta que el paso por el continente asiático, meses antes, le había costado 19 kilos de peso. La clave de un buen viaje, sin duda, consiste en llegar a integrarse en la idiosincrasia del lugar elegido. “Abrirte a otras culturas te ayuda a entender cómo funciona el mundo, y a probar cosas que no son mejores ni peores, solo diferentes”, apunta. En Japón, vivir y comer como un japonés resulta de lo más rentable: “Yo, en vez de gastarme siete euros en una hamburguesa, con un euro me hacía con una bandeja de makis para mí solo”. En el país del sushi y la tecnología punta, César encontró una asociación de voluntarios que hacían de guías turísticos a cambio de un almuerzo. Una manera alternativa de conocer el país nipón. Y no menos alternativa resultó su experiencia como nómada, justo después de cumplir uno de sus retos: la ruta del Tren Transiberiano. Nada menos que 9.300 kilómetros de vías que conectan Rusia con China en siete días de trayecto convierten este recorrido en el más largo del mundo. Una de sus paradas era Mongolia, y bajarse no desmereció la ocasión.

“Con muy poco inglés y mucho interés por hacerte entender, te mueves por todo el mundo”. César puede presumir de traerse una agenda amplia y de haber conocido a gente de lo más interesante. “En Camboya encontré a un monje budista que sabía hablar español y debatimos sobre el concepto de la felicidad”. Siempre que podía, procuraba hablar con su madre por Skype y mantener un perfil activo en las redes sociales, donde iba colgando algunos videos y fotografías. Todo eso, claro, aparte de las 13.000 fotos y las 100 horas de video que ahora necesitará editar tal y como declaró.

“Soy inmensamente afortunado por haber hecho lo que he hecho”. Admite que ducharse con agua potable, tener una nevera cerca y un armario con ropa es para él toda una bendición. Ahora es el momento de ponerse manos a la obra y vender su producto: un programa de viajes low cost totalmente acabado y novedoso en su formato. Y en caso de que nada funcione, César Sar lo tiene claro: “Habré perdido un montón de dinero pero habré ganado la mejor experiencia de mi vida, y haberla cumplido no tiene precio”. Elegir el rincón del planeta donde mejor se vive es la pregunta del millón para todo viajero empedernido, y él no se lo piensa dos veces: “A pesar de no disponer de la mejor organización, de la crisis económica que ahora atraviesa y después de recorrer medio mundo, tengo más claro que en ningún sitio se vive como en Canarias”.

[apunte]

El retorno a la Isla

El 30 de agosto, a las 20.00 horas, tendrá lugar la presentación de la vuelta al mundo 2011-2012 de César Sar en la sede central de CajaCanarias-Caixabank. El acceso será gratuito y el periodista tendrá la ocasión de contar a los asistentes su paso por los 30 países que formaron parte de su recorrido. Un total de 396 días de viaje que han quedado inmortalizados en más de 100 horas de vídeos y más de 10.000 fotografías.

[/apunte]