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Un Quijote para llegar al Big Bang

RAFAEL RABOLO - PROYECTO QUIJOTE
El investigador Rafael Rabolo junto al instrumento principal del proyecto Quijote y que se elaboró en el IAC. / SERGIO MÉNDEZ

VERÓNICA MARTÍN | Santa Cruz de Tenerife

Quijote. Su nombre ya avanza mucho sobre lo complejo e ilusorio de la iniciativa liderada por el investigador Rafael Rebolo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) e Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). En la España de los recortes en ciencia, que el Estado haya mantenido los cinco millones de euros para la financiación de este gran proyecto bajo el paraguas de Consolider-Ingenio es noticia.

El experimento es una colaboración del IAC con el Observatorio Jodrell Bank (Manchester, Reino Unido), el Cavendish Laboratory (Cambridge, Reino Unido). Físicamente son dos telescopios y tres instrumentos que tienen como objetivo medir la polarización del cielo en microondas. El primer telescopio ya está montado en el Observatorio del Teide y el primero de los tres instrumentos está pasando las últimas pruebas en los talleres de ingeniería del IAC en La Laguna para instalarse en los próximos días.

La idea es estudiar los procesos de muy alta energía que tuvieron lugar en un instante muy pegado al inicio del Universo, es decir a trillonésimas de segundo del Big Bang.

Con este experimento se viene a poner a prueba algunas teorías esenciales de la física “como la de gran unificación de las fuerzas fundamentales y su papel en la creación del Universo”, explica Rafael Rebolo.

Ahora, ¿Qué son estas ondas? y ¿Por qué son tan importantes? Son unas ondas electromagnéticas (similares a las de radio o las de nuestros teléfonos móviles) que se crearon en ese momento de gran liberación de energía y que tienen la particularidad de que se expandieron por todo el Universo conservando sus características iniciales, aunque muy tenues. Es decir, que son como la huella arqueológica de lo que pudo ocurrir. Si se captan, los físicos podrán saber cómo se produjo esa gran liberación de energía. Lo complejo es, precisamente, captarlas porque aunque sus condiciones se han mantenido intactas, el tiempo transcurrido y lo gigantesco del Universo las hace casi imperceptibles y, especialmente, distinguir las ondas que provienen del Big Bang de las que emiten los cuerpos celestes y la propia galaxia en la que vivimos: la Vía Láctea.

Los resultados científicos que salgan de esta observación podrán confirmar teorías científicas que solo se conocen en el papel y que jamás se han podido experimentar por la falta de instrumentación adecuada. Se trata de un campo de la cosmología muy reciente que se complementa con otros experimentos y abordajes como los del LHC.

Rebolo apunta a que “si las teorías vigentes tienen razón, en esos instantes tan cerca del inicio se producen ondas gravitacionales cuya huella habría quedado impresa en esta radiación de microondas que Quijote va a captar. Así, tendríamos una medida directa de la energía asociada al Big Bang”.

Eso sí, para captarlas hay que crear una serie de instrumentos muy específicos que sean capaces de sintonizar la radiación de microondas con varias frecuencias, tal y como ocurre con las ondas de radio.

Quijote podrá responder a preguntas como qué son los agujeros negros y cómo se creó el Universo. No es poco. ¿Habrán leído muchos libros de caballería cósmica?