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Autoritarismo – Por Alfonso González Jerez

Mariano Rajoy ha expresado su agradecimiento a los ciudadanos españoles que no se ha manifestaron el pasado martes. Uno lo escucha o lee la frase y se tambalea, tal es el efecto telúrico de su inmediata estupidez. Pero no es una estupidez huérfana de sentido ni carente de intencionalidad. El agradecimiento semitartamudo de Rajoy es el complemento perfecto de los aplausos del ministro del Interior, de cuyo nombre no quiero acordarme, al comportamiento espléndido de su policía. Mientras el ministro, con su obsceno elogio a la hostia a discreción, se dirige al sector más derechista del electorado del PP, Mariano Rajoy, al fin y al cabo un centrista vocacional, trasmite su sereno agradecimiento a los que, entre sus electores, se resignan, se enclaustran, se convencen de que cualquier cosa es inútil y que el Gobierno lo hará mal, pero hará lo que tenga que hacer.

A mi juicio la convocatoria del pasado día 15 fue un fracaso, un fracaso perfectamente pronosticable, pero ha valido para una cosa: constatar la deriva autoritaria de un poder ejecutivo dispuesto a dotarse de nuevas actitudes, estrategias y normativas para una represión más eficiente y eficaz de las protestas callejeras y las manifestaciones políticas. La Policía Nacional no se limitó a impedir el acceso al Congreso de los Diputados: segmentó las calles del centro de Madrid para impedir la marcha de una manifestación legal, y una vez debidamente estabulados los manifestantes en grupos que no podían avanzar ni retroceder, procedió a disolverlos antes, incluso, de la hora señalada para el término de la concentración, sin renunciar a numerosas agresiones verbales y físicas perfectamente prescindibles. Sí, se produjeron actos de violencia contra los agentes policiales: pocos, breves y circunscritos a la plaza de Neptuno. Nada que justificara la saña repulsiva mostrada por la Policía Nacional, su chulería indecente, su violencia exhibicionista, cruel y a ratos indiscriminada. No, no vivimos en una dictadura, ni padecemos un Estado policial, pero hará falta algo más que manifestaciones para sentenciar a un Gobierno que busca reprimir cualquier manifestación de protesta, criminalizar la disidencia y velar por el orden imprescindible en nuestras pesadillas.

@AlfonsoGonzlezJ