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Celosas de las solteras

AMIGAS BAILE DISCOTECA MARCHA FIESTA

Rebeca Díaz-Bernardo | Santa Cruz

Puede que mi marido me mande a paseo después de leer esto, pero es que no solo los hombres envidian a sus amigos single. A veces, las chicas también nos ponemos nostálgicas y recordamos momentos de nuestra pasada soltería, estemos felizmente casadas o viviendo en pareja o emparejadas aunque cada uno tenga su lavadora y marca de champú en su propia casa porque estén juntos pero no revueltos. Me he dedicado a preguntar por ahí y resulta que muchas de mis amigas opinan igual: sobre todo las que tienen niños y perro y muchas más responsabilidades de la cuenta. El hecho es que, cuando llega el viernes y escuchan los ruidos en la calle de grupitos de chicas 20, 30 e incluso cuarentañeras, y más, saliendo en tropel, guapísimas y trepadas a esos tacones imposibles, a divertirse, hacer el ganso o, definitivamente, a ligar como posesas. En ese momento, es cuando se echa en falta la soltería.

Personalmente, estoy encantada con mi estado civil y la lotería que me tocó en su día, pero reconozco que en ocasiones hay algunas cosas que echo de menos y buscando, cómo no, he encontrado como mínimo estas diez cositas que muchas mujeres extrañamos en ciertos momentos de nuestras vidas y que forman una lista más o menos controvertida.

El coqueteo, o más específicamente, el coqueteo sin vergüenza ni arrepentimiento, porque por poder, te puedes poner coqueta y tontorrona hasta con un abedul, pero luego te queda ahí un run-run de culpabilidad que cuando llegas a casa puede que hasta termines contándoselo a tu pareja y en según qué casos te acarree un mini problema. El placer del tira y afloja, porque ya lo dijo Elizabeth Taylor, el gozo no está en tener la pieza sino en la cacería en sí misma, y una vez emparejada la mayor persecución que va a suceder en una relación será probablemente el intento de seducción para quedarte con el mando a distancia de la tele. Lo que nos lleva al tercer punto que es precisamente el mando de la tele en momentos puntuales de la semana, sobre todo series con tíos buenorros a bordo y la Liga de Campeones por otro lado; una auténtica lucha de titanes.

El primer beso, no hay nada como el primer beso, lo siento, vendrán otros mejores, con más confianza y desinhibición pero lo que tiene el primer beso es para plantear a la ciencia la posibilidad de inventar un mini micro chip que haga que una se olvide cada noche de los besos recibidos y poder empezar de cero de nuevo cada mañana. Envidiar a las que tienen pareja, porque somos así y basta que no tengamos para que deseemos tenerla con verdadera ansiedad y miremos con nostalgia a las que salen con sus chicos hasta para comprar el pan. Conozco algunos casos de chicas que en esos precisos momentos se han replanteado volver con sus ex, craso error del que hablaremos otro día, pero efectivamente, cuando somos solteras envidiadas por las casadas, envidiamos nosotras a las que están emparejadas. Las mujeres somos así de sencillas.

En esta lista caben más cosas como la no necesidad de explicar a dónde vamos o de dónde venimos porque nadie nos fiscaliza el horario y, perfectamente, podemos quedar para almorzar y que nos den las cuatro de la mañana del día siguiente sin tener que dar explicaciones durante meses. Otro punto es el sonido del silencio cuando duermes porque como tengas hijos, estés casada o simplemente tengas un novio que ronque, desearás a veces tener la cama solo para ti. En la lista también incluyo que el síndrome premenstrual lo puedes pasar sola y zamparte todo el helado o tabletas de chocolate que quieras sin que nadie te mire de reojo recordándote que tienes un armario lleno de ropa que ya empieza a quedarte algo justita. A favor está también que la gestión de tu tiempo, ya sea la media hora del café en la mañana o de las tardes de domingo, solo dependerán de tu capacidad de organización y de tus únicos deseos… Por último, andar desnuda por toda la casa a la hora que te de la gana sin preocuparte de ese michelín, esa mancha, esos pelos en las piernas que aún no te ha dado tiempo a hacer desaparecer y esas mil imperfecciones que todas las mujeres perfectas tenemos y que nuestra pareja perfecta jamás verá porque en realidad lo que mira es nuestro interior buscando a la persona maravillosa con la que pasar el resto de su vida haciéndonos volver al principio que es repetir eso de “qué feliz soy y solo a veces echo de menos…”.