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Con basura no hay paraíso

Hay gente que pasa temporadas en chozas fabricadas a la orilla de las calas de estas playas en La Caleta. / FOTOS: MOISÉS PÉREZ


NICOLÁS DORTA | Adeje

Varios senderos a pocos metros de La Caleta de Adeje conducen a un excepcional paraje natural protegido. Una pendiente de volcán define calas paradisíacas de color azul. El paisaje acaba en la playa de Diego Hernández, famosa por sus aguas cristalinas. Allí se práctica el nudismo y de vez en cuando llega un catamarán a descansar, como los bañistas que reposan y se divierten en la arena blanca: un culto a la libertad lejos de ruidos que atrae a cada año a mucha gente.

Y es que a las playas lejanas de La Caleta llegan cientos de personas, unas para quedarse un tiempo incierto, viviendo en las pequeñas cavidades de la roca convertidas en chozas, y otras para ir de camping, a pesar de que en la zona está prohibido quedarse a dormir. No está muy claro quien erosiona más este paisaje protegido, si los campistas ocasionales o los que se quedan largas temporadas, a quienes llaman hippies, pero lo cierto es que varios dejan basura en la zona y alrededores, unos restos injustificables que denotan la mala educación de algunos que duermen a la intemperie y complica las labores de conservación del paisaje.

Ramón lleva unos días, eso dice, viviendo en una caseta de campaña. La vida no lo ha tratado bien, o viceversa. Apenas tiene dinero y sobrevive con la ayuda “de un amigo”, explica a DIARIO DE AVISOS mientras descansa en una acera del pueblo La Caleta. “Estoy aquí porque no tengo donde ir, vivía en La Palma, tenía un trabajo fijo, una novia, pero las cosas no han ido bien”, admite. “Estoy acostumbrado al mar, y eso en parte me gusta, me alivia saber que cada mañana me despierto y puedo nadar”. Ramón dice que su basura la lleva al contenedor.

Los ‘hippies’

En el pueblo de La Caleta han tomado la presencia de los acampados y los “hippies” como algo normal, que se lleva produciendo hace más de veinte años, incluso alguien recuerda el nombre de algún visitante europeo. Pero lo cierto es que no gusta demasiado que todavía haya gente viviendo de esta forma en plena naturaleza. “Vienen sobre todo más en verano, Semana Santa, en fechas señaladas, Carnavales”, comentan unos vecinos. “En ocasiones hubo problemas y hasta vino la policía, pero ahora parece que la cosas está más calmada”, añaden.

En este pequeño pueblo de pescadores, con casas pegadas a la orilla, la mayoría de adejeros, reina la tranquilidad cada la mañana. Los turistas se dejan dormir por el sol que llega a la piedra blanca caliza de la bahía, donde todo parece transcurrir lejos de horarios establecidos.

Competencias compartidas

La responsabilidad sobre este paraje natural la tienen tres administraciones. El Cabildo para velar por la seguridad del espacio protegido, el Ayuntamiento de Adeje por ser dueño de los terrenos y Costas por tratarse de dominio público. Desde el Consistorio han mostrado su preocupación por un problema que ya crónico, sin una solución aparentemente satisfactoria.

En varias ocasiones las fuerzas de seguridad han desalojado a los acampados, pero esto no parece haber hecho efecto, al menos a medio plazo. Nuevamente todo el mundo quiere dormir escuchando las olas, pescar al alba y darse un baño en esas aguas cris talinas sin que nadie le moleste. Por eso la gente quiere estar ahí.

La concejala de Medio Ambiente de Adeje, Esther Rivero Vargas, expone que el Cabildo de Tenerife ha hecho unas cuantas campañas de limpieza en la zona y que en julio pasado remitió un informe al Consistorio con los datos obtenidos. Corrobora la edil adejera que ya se han hecho intervenciones con anterioridad y que la acampada libre está prohibida.

Erradicar las acampadas

Desde Medio Ambiente aseguran que tienen como reto que esta práctica desaparezca de aquí a Semana Santa del año que viene, tanto en Diego Hernández, Los Morteros, (la cala anterior) como en el Puertito de Adeje, donde también se produce algo similar. La tarea no es fácil y hará falta constancia.

De esta forma, tanto los vecinos de La Caleta como las administraciones públicas solicitan que los acampados recojan sus cosas y dejen la basura en los contenedores del pueblo, que para eso están, no en bolsas acumuladas en las rocas. Esta es una sencilla manera de respetar lo que nos rodea. Algunos lo hacen pero otros no. Suficiente. Este respeto a la belleza que tienen los parajes protegidos de la geografía canaria es una cuestión colectiva.