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La economía del desconocimiento

ILUSTRACION EMPRESA-UNIVERSIDAD (SUJA12)

SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife

Les prometieron un futuro decente, pero cuando acabaron de estudiar no hubo nada para ellos. Miles de jóvenes (y no tan jóvenes) se sienten estafados: algunos todavía no han encontrado su primer empleo y otros sobreviven como eternos becarios. Con un panorama así resulta difícil ensalzar las virtudes de la educación.

Sin embargo, los datos dejan margen para la esperanza. Según la última Encuesta de Población Activa (EPA) que realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE), estudiar en la Universidad es la mejor opción para esquivar el desempleo. También en Canarias, donde más del 30% de las personas que está trabajando tiene estudios superiores. Pero, ¿quién contrata a estos licenciados? ¿Están siendo artífices de la transformación económica que necesita la comunidad autónoma?

El ISTAC, gracias a los datos que facilita el INE, ha revelado una realidad que explica el modelo socio-económico actual de Canarias y que pone en duda la transferencia de conocimiento de la universidad a la empresa. Sus estudios avalan la sospecha de que el sector privado tiene un papel discreto a la hora de dar trabajo a los universitarios y que son las administraciones públicas las que actúan como grandes agencias de colocación. Según sus cálculos, el sector público absorbe al 40% de los universitarios, mientras que todo el tejido empresarial de las Islas solo recluta al 60%.

Este escenario se vuelve más difícil si se tiene en cuenta que, además, las empresas prefieren a personas menos formadas: se quedan con el 92% de los trabajadores que solo cuentan con estudios de Educación Primaria y con el 86% de los que cursaron la Secundaria.

¿Y el conocimiento?

Antes de la crisis el conocimiento ya era la mejor garantía de progreso. Sin embargo, hubo quien creció sin necesidad de hacer fuertes inversiones en sabiduría. Eran los tiempos del ladrillo y muchas comunidades que apostaron por la construcción salieron ganando, pero se trató de un crecimiento endeble que terminó resquebrajándose. Canarias fue una de esas comunidades.

Mientras todo esto ocurría, las universidades siguieron desempeñando su labor. El problema fue que tuvieron que soportar multitud de críticas. Entre ellas, que se habían alejado de la sociedad. Estas quejas, sean acertadas o no, abrieron otras cuestiones que hoy se siguen debatiendo: ¿de qué realidad se habían distanciado?

Sergio Alonso, director ge- rente de la Fundación Empresa de la Universidad de La Laguna (FEULL), está convencido de que “la Universidad tiene un compromiso con la sociedad y con su bienestar, y esa responsabilidad se traduce en la transferencia de conocimiento”. Lo que no tiene tan claro es si esa misión se está llevando a cabo de la manera correcta. Los centros de educación superior “deben situar en el mercado laboral a personas con formación y capacidad que deben liderar los grupos de trabajo de las empresas y hacerlas competitivas, y por tanto, hacerlas crecer”. En el Archipiélago canario este objetivo no se cumple.

“Si elimináramos los empleos de titulados universitarios en las administraciones públicas, saldría una realidad terrible. Tenemos que conseguir que se contraten más titulados universitarios para que tiren de la empresa canaria y le den a ésta opciones de crecer, no de sobrevivir”. La relación empresa-universidad debe recomponerse si se quiere salir de esta crisis apostando por el conocimiento.

Muy lejos de la media

Pero el problema de Canarias no es solo que sus titulados no encuentren el camino hacia el sector privado. Aunque la educación superior es la vía más rentable desde el punto de vista de la empleabilidad, la inserción de universitarios en el mercado es demasiado baja. Está en el 30%, casi diez puntos por debajo de la media nacional, que supera el 39%. “La empleabilidad de universitarios es un indicador de desarrollo, innovación y competitividad empresarial en el que tenemos mucho que mejorar. Solo dos comunidades presentan datos peores”, explicó Alonso. Las Islas están a años luz de las regiones con mejores resultados: País Vasco (52,8%), Comunidad de Madrid (48,9%), Principado de Asturias (44,3%) o Navarra (43,4%).

I+D: asignatura pendiente

Tener menos titulados que el resto de España y que la mayoría estén ubicados en el sector público tiene un efecto devastador sobre el progreso. Lo demuestra el último informe Cotec, publicado este año, que analiza la tecnología y la innovación en España a finales de 2010 y establece diferencias por comunidades autónomas.

La competititvidad de una región depende de la inversión en investigación y el desarrollo tecnológico (I+D), de su esfuerzo por conseguir un capital humano capacitado para adquirir conocimientos y de la existencia de un tejido empresarial capaz de aprovechar las fuentes de conocimiento. Canarias suspende en todo.

Su inversión en tecnología e innovación es mínima y la lidera la administración pública porque la participación del empresariado es testimonial. Lo demuestran los datos: en Extremadura, Baleares y Canarias, el peso de la I+D del sector público supone más del 80% del total, mientras que solo en el País Vasco y Navarra este peso es inferior a un tercio del total. La Unión Europea estableció en los Objetivos de Lisboa que el reparto idóneo era de dos tercios ejecutados por el sector privado y un tercio por el sector público. Un paisaje que no tiene nada que ver con el español y mucho menos con el canario. Si se tiene en cuenta el número de patentes tampoco se encuentran mejores resultados.

En términos de solicitudes por número de habitantes, las primeras posiciones están ocupadas por Navarra y Aragón, con 195 y 171 solicitudes por millón de habitantes, seguidas por Madrid con 123 y La Rioja con 102. En el lado opuesto se ubican las regiones menos productivas, es decir, Baleares (19), Canarias (27) y Castilla-La Mancha (29).

¿Y qué hacemos mientras? El Archipiélago, por supuesto, también está a la cabeza en desempleo y en número de personas que ha emigrado. Se han ido buscando el futuro decente que aquí les han negado. El problema es que esta fuga de cerebros masiva hace que la economía del conocimiento esté todavía más lejos de Canarias.