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La enseñanza de Darío Dorta – Por Ricardo Melchior Navarro

Seis días después de que Darío Dorta superase el reto que se había marcado, no acabamos de salir de nuestro asombro por la extraordinaria hazaña protagonizada por este deportista tinerfeño. Porque recorrer de manera ininterrumpida un trayecto de 280 kilómetros, a través de senderos y carreteras de la Isla, para acabar coronando el Teide, es un desafío únicamente al alcance de los grandes héroes. Escrito con letras de oro, su nombre ya es parte de la historia insular, asociado a la denominación de la iniciativa solidaria que decidió poner en marcha: Runspiral 2012.

Con entusiasmo e imaginación, Darío Dorta y su equipo de colaboradores, a los que tuve ocasión de saludar personalmente el pasado jueves cuando los recibimos en el Cabildo, han estado trabajando durante cuatro años en la preparación de esta original aventura que funde lo deportivo con lo social. Dotado de unas condiciones físicas excepcionales, su vida personal y profesional gira en torno a la práctica y enseñanza de distintas modalidades, hasta hacer del deporte el modo que le hace entender y disfrutar de la vida, como él mismo ha dicho. Pero une a todo ello, además, una sensibilidad especial con la enfermedad del cáncer, por circunstancias personales y familiares, lo que ayuda a interpretar mejor el verdadero alcance de su idea. El empleo de la constancia, que es una de las virtudes que definen a nuestro protagonista, ha resultado vital para el éxito de esta aventura. Y no solo durante su desarrollo sobre el circuito trazado por toda la geografía insular. Desde tiempo atrás, junto a un grupo de colaboradores, se ha dedicado a visitar todo tipo de entidades, de carácter público o privado, en busca de apoyos para la definitiva realización de Runspiral 2012. Plenamente convencido de la viabilidad de su proyecto, podemos dar fe también de su alto poder de persuasión a la hora de exponer objetivos y hacerlos creíbles.

Con la suma de ambas fortalezas, adoptó un compromiso inquebrantable con la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) y la Fundación María García Estrada, en la búsqueda de fondos para la investigación del cáncer, a través de variadas modalidades: desde la adquisición de “kilómetros” del trayecto hasta la compra de camisetas conmemorativas para acompañarle en algún tramo del recorrido, pasando por las donaciones directas de empresas y particulares. A tenor de lo que hemos podido ver y de lo comentado por el propio corredor, la respuesta solidaria ha estado a la altura.

Una vez consumado el desafío, el deportista pronunció una frase, a modo de deseo, que tiene un valor incalculable: “Me encantaría que la gente se diera cuenta de que los canarios podemos hacer cosas grandes”. Surgida de un titán como él, de alguien capaz de marcarse un reto descomunal y sacarlo adelante a base de preparación, entrega e ilusión, se trata de una reflexión que debiéramos tener en cuenta permanentemente. Porque más allá de lo que supone dentro del ámbito del deporte, contiene valor suficiente para encarar con mejores perspectivas el difícil momento actual.

¿Cuántas cosas grandes podemos hacer los canarios si nos empleamos como lo ha hecho este deportista en su particular Runspiral 2012? Sin duda, muchísimas y de magnitud considerable. No es la primera vez que apelamos al desempeño de las gentes del deporte como modelo a seguir, en cualquier orden de la vida. La gesta y el testimonio de Darío Dorta nos emociona y refuerzan la aserción.

* Presidente del Cabildo de Tenerife