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José Luis López > Luis Ortega

En una ajada revista del corazón, típicas en las consultas médicas, noté que existen paraguas para cubrirse de la lluvia ácida que, desde hace cuatro años, cae irregular e implacable sobre nuestro entorno. Si tienen dudas, pregunten al Turronero, famoso por el escándalo, juzgado ya, de las pensiones contantes y sonantes a falsos inválidos que se tramitaban en Ubrique, conocido por sus curtidos y por la familia más basta de España. Allí, su buen amigo, un antiguo jefe de la policía local, Carlos Carretero, que, a su vez, (¡que caprichosa es la vida!) también cobra una invalidez permanente a cuenta de los presupuestos públicos y gestiona esas donaciones fraudulentas. De nombre José Luis López y con numerosos y turbios negocios, celebró en su finca de verano un lujoso cumpleaños al que asistieron personajes conocidos, en gran parte por razones judiciales, y una terna de cantantes -el orondo Chiquetete, David de María y la estrella de moda a los saraos horteras, José Luis Peña- y una lista de invitados que no tuvo desperdicio, desde la matriarca de Ambiciones, Carmen Bazán -que también es pensionista de patología crónica, indemnizada con los fondos públicos-, y, no se asombren, el mismísimo Mario Conde, uno de los focos de la sociedad ostentosa que apareció en la epifanía del bienestar y que ahora, ya se lo hemos contado, promueve un nuevo partido político “para salvar la democracia” y busca simpatizantes de sus ideales y métodos. Hay que decir, también, que se advirtieron ausencias como la de Jesulín de Ubrique, un torero intelectual -al estilo de Sánchez Mejías o Luis Miguel Dominguín-, su esposa María José Campanario y su madre, las dos últimas condenadas por suplantación de personalidad para cobrar un subsidio por una enfermedad que no padecía. Imputado en el sonoro caso Karlos, a López le cayeron dos años de prisión ordenados por la Audiencia Provincial de Cádiz por falsedad documental, estafa y cohecho. En el fiestorro corrió el Moët & Chandon, se sirvió caviar a discreción y los participantes gozaron de una animada feria popular. Quizá el engominado Mario Conde, que fardó sin recato de su amistad con el fallecido Conde de Barcelona y de su cercanía con la Casa Real, nos cuente en sus sermones en Intereconomía, el grupo que representa a España y salvará mal que le pese a la misma España, como se monta un jolgorio, con el desparpajo y gracia con los que se bailaba sevillanas en las horas de gloria y ahora habla de La Pepa y de una especie de mandato moral del fallecido conde de Barcelona, que le dijo, “Mario, si España te necesita, acude”.