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Julio Pérez – Por Leopoldo Fernández

Conocí a Julio Pérez al comienzo de la década de los 80, en una asamblea general de la Asociación de la Prensa de Tenerife (APT). Se trataba de relevar al entonces presidente porque un grupo de asociados consideraba que su labor no respondía ni a las expectativas ni a las necesidades del gremio. Entre varios nos repartimos las intervenciones y a mí me tocó ser un tanto crítico, aunque dejé siempre a salvo la buena voluntad y la calidad personal del máximo representante del colectivo. El caso es que quizás me excedí en algún diagnóstico porque Julio Pérez, letrado de la asociación, recriminó mi actitud. No quise ser menos, así que le recordé que él, periodista además de abogado, era asesor de la APT en su conjunto, no sólo del presidente. Las cosas salieron como era previsible, llegó un nuevo mandatario, yo me fui poco después de la APT por razones que no hacen al caso, y desde entonces siento por Julio, lo confieso, un afecto muy especial. Mis relaciones profesionales, difíciles siempre entre político y periodistas, con él han sido muy correctas (y las personales, estimulantes y sentidas), lo mismo cuando fue presidente de la Junta del Puerto que cuando ejerció como gobernador civil, parlamentario autonómico, consejero regional de Sanidad, secretario de Estado de Justicia o concejal de a pie. Antiguo compañero del siempre recordado Carballo Cotanda, por su bonhomía y preparación Julio siempre me pareció una persona muy válida, rigurosa, de estudio y entrega, honrada a carta cabal, un mirlo blanco de la vida pública, una rara avis de la política y los políticos, hoy tan denostados por sus ineficiencias y mediocridades. Por razones profesionales más que personales, ha decidido dejar el Ayuntamiento de Santa Cruz, donde era primer teniente de alcalde. Y lo ha hecho sin acusar a nadie, sin hablar mal de nadie, respetando a todo el mundo y mostrando hacia el alcalde la misma lealtad que el primer día. Personalmente, lamento su marcha, porque doy por hecho que cierra también su vida política en una coyuntura donde resultan más necesarios que nunca el talento, la experiencia y la integridad en el obrar. Para el PSOE, hoy dividido, bajo mínimos y sin liderazgo, constituye una pérdida irreparable. En la capital santacrucera no levanta cabeza y una vez más su líder municipal -como Luis Carrasco, Manuel Álvarez de la Rosa, Dolores Pelayo, Francisco Medina, Emilio Fresco, Manuel Santana y Francisco Tovar- tampoco acaba su mandato.