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Metáforas > Francisco Pomares

El secretario general del PP canario, Asier Antona, cargó ayer contra Paulino Rivero instándole a solicitar ya el rescate de Canarias, y acusándole de estar paralizando la economía de las islas al no hacerlo. Antona podría haber estado hablando de su propio jefe de filas, el señor Rajoy, al que se le pueden aplicar los mismos exactos argumentos, pero ayer no tocaba. Ayer tocaba acusar al presidente canario de ser hombre capaz de apuntarse a cualquier bombardeo y formar parte de todos los frentes: venía el asunto a cuenta del encuentro de Rivero con el andaluz Griñán para unificar criterios en materia de financiación, y Antona aprovechó para recordarnos que Rivero ha hecho causa común con todo el que se ha dejado, e incluso con quien no ha querido. Según Antona, Rivero ha hecho frente con los alcaldes de Canarias, que no quieren estar con él; y con los independentistas catalanes, que probablemente no sabe ni que existe, y con Greenpace en materia petrolera y con la Biblia en pasta cuando se ha terciado. Todo eso es cierto, aunque Antona exagera selectivamente y olvida fácilmente que Rivero también hizo frente con el PP durante una legislatura.

Y es que Rivero ha demostrado en los últimos cinco años una sorprendente habilidad para convertirse en la novia de todas las bodas o en el muerto de todos los entierros (según se mire). Nuestro hombre concibe la política como un estar siempre en primera línea de ataque, como un ejercicio de declaraciones y remedos. Toda la ideología y -peor aún- todas las ideas de Rivero, se contienen en esa encíclica contribución dominical a su propio blog, en dónde se destila la sabiduría presidencial y su personal forma de entender la política. Una antología de los post de Rivero en su blog demostraría hasta que punto el populismo y las declaraciones han sustituido a las ideas y los proyectos en la política canaria de hoy.

El antecesor de Rivero en el cargo, Adán Martín, fue justo lo contrario: una cascada inagotable de ideas, proyectos de largo recorrido, iniciativas con voluntad de continuidad, casi todas ellas interrumpidas en la pasada legislatura por decisión de Rivero… no se trata pues, de un problema de partidos o ideologías, sino de personas. Y es que Rivero coincide la política como un ejercicio parecido al fútbol, como un entretenimiento de masas en el que de lo que se trata es de movilizar una afición potente, meter goles y en última instancia ganar. Por desgracia, el tiempo de esa forma de hacer política ha pasado: tantos años de practicarla ha acabado por arruinar no sólo al club, sino también a todos los socios.