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Miré los muros… > Jorge Bethencourt

Hay una tasa de interés en el préstamo de problemas que deja en ridículo a la prima de riesgo de Grecia. Es muy cara. Impagable. El estado de postración económica de España, la debilidad que produce el antagonismo de los dos principales partidos que representan dos polos ideológicos de la sociedad española, el descrédito institucional y el desorden social, están atrayendo los problemas como los excrementos a las moscas.

Esa y no otra es la explicación del punch independentista de Cataluña o la “invasión” de Perejil por cinco valientes marroquíes, probablemente primados por algún poderoso patrocinador. Esa es la razón profunda que ha activado el renacimiento de la momia de Lenin, encarnada en la caravana sindical de la hoz y el Gordillo, que asalta supermercados para rascar treinta segundos de los idiotizados informativos. La que riega el entusiasmo renovado de los radicales vascos que arañan victorias desde la nueva estrategia de reventar el sistema desde dentro, jugando al parchís como chicos buenos y sin hacer trampas de sangre. La que activa el motor de reformas penales, lances sindicales, debates parlamentarios y otros oportunismos irresponsables que crecen entre sueldos quemados y familias en pie de hambre.

Si ante los mismos problemas que hoy padecemos se observara un propósito de lucha, de colaboración, de entendimiento y esfuerzo solidario, la imagen de este país sería muy distinta. Pero entonces, claro, no sería España. Las diferencias en nuestro país son abismos. El amor al fútbol no une a los enfrentados seguidores merengues y culés. Porque el fondo de la cuestión es que no aman el fútbol, sino a su equipo, a su ejército, a sus vencedores. No se han parado a pensar en la hermosa grandeza de una rivalidad tan igualada. En el vacío de no tener con quien medirse en términos de emoción e incertidumbre.

La aluminosis de la bancarrota económica de la Hacienda española está destruyendo muchas más cosas que la economía. El síndrome de abstinencia fiscal que ha hincado los colmillos en las rentas de la clase media, para seguir pagando las necesidades y los excesos del Estado y bienestar, está convirtiendo al país en la novia cadáver de Europa. Y como esto huele que apesta, unos quieren saltar del barco antes de que el agua les llegue al fondillo de los pantalones y otros se atreven a tocarles las enaguas al viejo imperio acampando en un islote de mala muerte. Al perro flaco le vienen todas las pulgas. Y cuando el cuerpo muere, los gusanos. Aunque en este caso asistamos a un extraño proceso en el que los gusanos son los que causan la muerte del cuerpo.

@JLBethencourt