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Movilizaciones > Leopoldo Fernández

Las protestas del fin de semana en las principales capitales españolas, incluidas las dos canarias, ponen de relieve la insatisfacción de miles de ciudadanos con las políticas del Gobierno. Pero no conviene llamarse a engaño. Las manifestaciones no respondieron a las expectativas de CC.OO. y UGT. Por una parte, los ciudadanos están cansados de las políticas del ‘no’ por sistema, aunque las fuerzas sindicales tienen razón al demandar un reparto más equitativo de los sacrificios y las cargas que el Gobierno impone a la ciudadanía. Por otra, los sindicatos han perdido capacidad de convocatoria. Ni recurriendo a viejos sistemas franquistas (viaje en guagua hasta los puntos de concentración, bocadillo, dinero para gastos extra y pases o entradas para visitar lugares de interés) los ciudadanos se apuntan en masa a estas fiestas de la protesta, ejemplarmente pacíficas y precursoras de un otoño caliente que se pretende concluya con una huelga general. Nadie es partidario de que le bajen el sueldo, le congelen la pensión, le suban los impuestos, le recorten derechos sociales o le metan en vena austeridades devastadoras. Pero hay que hacerlo -cualquier Gobierno lo haría, y el anterior del PSOE abrió el camino- si no queremos que España toda se vaya al garete. Por eso sorprende que, cuando el país debe cuatro billones de euros y negocia un posible rescate, los sindicatos piensen que hay dinero para seguir viviendo como lo hacíamos hasta hace unos años. Encamados con Zetapé, los propios sindicatos son corresponsables de la actual coyuntura. Salvo una huelguita bochornosa, durante años miraron hacia otro lado cuando las autoridades gastaban a manos llenas y les daban dineros y prebendas para taparles la boca de la protesta. Ahora, sin apenas credibilidad y fortaleza, y cuando se van a perder por ley no menos de 9.000 liberados sindicales, llaman a la movilización y caen en el disparate de reclamar un referéndum para que la ciudadanía se exprese sobre las medidas que ha adoptado el Gobierno tras nueve meses de ejercicio del Poder. Es el voto popular, no las manifestaciones, el que valida en las urnas las políticas. Por eso los sindicatos necesitan cordura, serenidad y sentido de la solidaridad. Y alguna iniciativa para, de verdad, poder hacer frente a la gravísima situación de paro, deuda e inactividad económica que tanto nos machaca.