esto no se cobra > Cristina García Maffiotte

La orquesta del ‘titanic’ > Cristina García Maffiotte

En mayo de 1932, Ortega, en su discurso sobre el Estatuto de Cataluña ante las Cortes, decía que un Estado en decadencia fomenta los nacionalismos mientras que un Estado en buena ventura los desnutre y los reabsorbe.

Al margen de que releer los discursos de Ortega o de Azaña en las Cortes produzca una enorme sensación de tristeza (comparar las actas de aquellas sesiones con las actuales es como comparar el Quijote con el listín telefónico) uno comprueba que este país vive eternamente en el día de la marmota y que hay aspectos en los que no hemos evolucionado.

En el fondo del armario escondemos recurrentemente nuestros problemas y cuando empiezan a oler (normalmente cuando las cosas no van bien) los sacamos, los aireamos, los sacudimos y, con el tiempo y después de muchos titulares, de algunas concesiones y normalmente después de unas elecciones autonómicas, volvemos a guardarlos. Así llevamos toda la vida.

Así que me perdonen los catalanes pero verlos en la calle, manifestándose a favor de la independencia me hizo recordar a la orquesta del Titanic que tocaba y tocaba hasta que el agua les llegó hasta la barriga como si la música ayudara a achicar el agua.

Hablar ahora de independencias, aumentar las competencias autonómicas, autodeterminación (ésta no ha salido, pero saldrá en breve, ya verán) cuando estamos a un paso de pedir el rescate (bonito eufemismo que viene a significar secuestro de nuestra soberanía) es, de verdad, de género tonto. No digo que no tengan razones, sus razones, o derecho a pedir en la calle la independencia, amor eterno o que les toque un euromillón. Las tienen; las razones y el derecho, pero se han equivocado con las pancartas. Quien manda ahora, y más dentro de nada, será la troika, así que, si quieren que les hagan caso, deberían empezar a escribir las pancartas no en catalán, ni en español, sino en pulcro alemán.

Ya verán que risas, cuando la Merkel empiece en breve a recibir a los presidentes autonómicos; ya verán qué divertido cuando intenten explicarle qué hemos hecho en estos treinta años de autonomía; ya verán cómo se asfixia entre carcajadas cuando hablen de teles autonómicas, cuerpos policiales, pactos fiscales y aeropuertos vacíos.

Aquello va a ser un jajaja y un no parar. El único problema es que la única que se va a reír es ella.