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Otra vez en el más absoluto de los olvidos

El Cabildo de Tenerife dice que no puede garantizar un plan de mejora para el paraje del Norte. / FOTOS: MOISÉS PÉREZ


ENRIQUE TOSTE | Los Realejos

Mucho ha llovido desde que el mítico explorador alemán Hans Meyer se quedara fascinado por la variedad y la exuberancia de la vegetación que se extendía a golpe de magia natural por toda la costa realejera, cuando visitó Tenerife en el siglo XIX. En la actualidad, la falta de mantenimiento ha hecho que la Rambla de Castro se esté borrando de las mentes de aquellos vecinos que en su infancia recorrieron sus caminos y disfrutaron de las vistas del lugar, los mismos que ahora se quejan del estado de abandono de este espacio natural protegido.

A pesar de ser un espacio protegido, la dejadez de las instituciones públicas competentes, como el Cabildo, contribuye a la destrucción de un referente natural del Norte de la Isla. Numerosos jóvenes son los que transitan diariamente por los senderos que llevan a calas, como la playa de La Fajana, la propia de Rambla de Castro y El Guindaste, un lugar frecuentado principalmente por pescadores, que, durante el camino, se encuentran con tuberías rotas que les impiden, en muchos casos, continuar su recorrido habitual, obligándolos a saltar vallas o grandes piedras.

Uno de los senderos principales de este paisaje protegido, que lleva al fortín de San Fernando, se ha convertido en un lugar intransitable a causa de los rastrojos que se han ido acumulando con el tiempo. Otro de los lugares más frecuentados por los visitantes de Rambla Castro, si el estado del sendero lo permite, es el mirador de San Fernando, donde se puede disfrutar de una de las mejores estampas de la comarca norteña. Aunque desde hace años las vistas defraudan a algunos debido a los numerosos grafitis de vándalos que no respetan el idílico paraje.

Sin información

Además, los puntos de información que señalan el camino han sido arrancados o pintados. Eso, sin contar con el estado que presenta la casona de los Castro, un edificio del siglo XVI ya casi en ruinas. El Cabildo es el organismo competente, el encargado de mantener esta zona costera, junto al Ayuntamiento. Pero hace ya once años que Rambla de Castro no tiene una actuación de rehabilitación, o un lavado de cara, si se quiera. Por ello, tanto el alcalde realejero, Manuel Domínguez, como el concejal de Medio Ambiente, José Benito Dévora, se han reunido en reiteradas ocasiones con la consejera insular de Medio Ambiente, Ana Lupe Mora. La dirigente insular no ha garantizado que se pueda proyectar un programa de rehabilitación. Y así está el paraje natural: que da pena y lástima.