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¡Pero mira como llueve!

POR JUANCA ROMERO HASMEN

Estoy convencido de que este es un tema que para muchos supondrá todo un descubrimiento. Ahora, que poco a poco nos vamos acercando al final del verano y se acercan los esperados y benditos días de lluvia, es cuando desempolvamos los abrigos para protegernos en mayor o menos medida del agua y el frío. Saldremos a la calle, paraguas en mano, y miraremos hacia el cielo como pretendiendo solicitar una tregua con el líquido elemento. Pero, ¿y si en uno de estos días, en lugar de caer agua, lloviesen sapos, arañas, peces, carne o sangre? No es ciencia ficción ni el argumento de una producción cinematográfica, a pesar de que podría serlo sin ruborizarse lo más mínimo. Hablamos de las que se denominan o conocen como lluvias extrañas o lluvias insólitas. El curioso fenómeno consiste en la llegada de una repentina avalancha llegada desde el cielo, y compuesta por los más insólitos objetos o animales, que generalmente caen contra el suelo de forma brusca y en un número importante de unidades, llegando a superar algunos millares en ocasiones. ¿Es posible algo tan llamativo? Si le parece nos acercamos hasta algunos casos concretos para intentar dimensionar el tema.

La revista Scientific American publica el informe de una precipitación de serpientes en Memphis, Estados Unidos, el 15 de enero de 1877. El 7 de septiembre de 1953, miles de ranas cayeron del cielo sobre Leicester, en Massachusetts, también en suelo norteamericano. En 1968, la prensa brasileña registró una lluvia de carne y sangre. El 6 de abril de 2007, una lluvia de arañas cayó del cielo en la provincia de Salta, Argentina. Los testigos fueron el señor Cristiano Oneto y sus amigos. Se encontraron con que el suelo estaba cubierto de arañas de muchos colores. En un momento dado, los testigos levantaron la vista y vieron como continuaban cayendo arañas desde el cielo. En la región de Omsk, a unos 1.500 kilómetros de Moscú, cayó una fuerte nevada de colores naranja, amarillo y verde, con un fuerte olor a podrido, en el año 2007. El 9 de marzo de 1876, una lluvia de carne cayó en las proximidades de la casa de la señora Allen Crouch, en los Estados Unidos. El cielo estaba despejado en ese momento, cuando comenzaron a caer trozos de carne del tamaño de pequeñas pelotitas. En este caso, incluso hubo personas que llegaron a probar la carne, aseverando que se trataba de cordero o algún tipo de res similar. En 2004, la población de la localidad de Lajamanu en Australia, informó de peces que caían brutalmente desde el cielo, y en esta oportunidad el fenómeno no sucedió una vez, sino dos veces, concretamente en el mes de febrero de 2010. En las descripciones se habla de la caída de miles de peces pequeños y de color blanco y aún con vida. ¿Qué explicación podemos dar al extraño fenómeno? Como es imaginable, hay que concretar en cada caso para poder obtener respuestas o acercarnos a las teorías más dispares tras muchas hipótesis de trabajo. Suele producirse en épocas de grandes lluvias o en mitad de una fuerte tormenta por lo cual los animales mueren al caer de forma violenta contra el suelo. Curiosamente, las ranas o sapos y los peces suelen aguantar el impacto y se recuperan con vida. Así pues, debemos suponer que entre que los animales se elevan hasta el cielo y se produce el repentino aterrizaje, transcurre no demasiado tiempo, por una cuestión de lógica supervivencia fuera de su medio natural de hábitat.

Existen diversas hipótesis para este fenómeno meteorológico, destacando la hipótesis que hace referencia a los remolinos que se forman durante las tormentas. Estos remolinos succionarían el agua del mar, ríos o lagos, junto con los animales que en ella viven, y con posterioridad serían descargados sobre otras zonas una vez que el remolino pierde virulencia y velocidad. Lo cierto es que no existe una explicación que pueda contener o generalizar todos los casos recogidos, porque no siempre se da el fenómeno en un entorno lluvioso o tormentoso, ni siquiera durante jornadas de vientos fuertes, tornados o torbellinos. Y si eran pocas las incógnitas sobre el extraño fenómeno llegado desde el cielo, hay que sumar las explicaciones menos científicas y más cercanas al ámbito de lo misterioso; hipótesis sobre la curvatura del tiempo, aspectos sagrados o sobrenaturales e incluso planteamientos extraterrestres. Imaginemos -aunque para mí supone un ejercicio de mucho imaginación- que supuestas naves alienígenas se abastecen de animales y objetos terrestres para su análisis y estudio, deshaciéndose posteriormente de ellos como quien abre el depósito del WC portátil de una autocaravana, mientras vamos en ruta por la autopista. Los postulados sobrenaturales se apoyan en maldiciones de supuestos dioses, espíritus o demonios, en el caso de las lluvias de sangre, arañas y otros insectos, y hacia la benevolencia de entes divinos en el caso de las lluvias de peces vivos, pan o incluso dinero. Parece más que evidente que dentro de lo compleja que se torna la búsqueda de respuestas, los planteamientos próximos a la ciencia son aquellos que debemos atender, alejándonos de las paranoias pseudo chamánicas.

Sea como sea, el consejo a seguir es el siguiente: al salir a la calle un día de lluvia, quizá haya que mirar a partir de hoy, dos o tres veces al cielo antes de abrir nuestro paraguas.